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lunes, 18 de febrero de 2013

Dos comentarios sobre la conferencia de A. Gabilondo: El arte de la lección, por Azahara Martínez y Paula Gradolí


La conferencia la tienes aquí: 



Los dos comentarios: 



Solemos buscar utilidad a todo lo que nos rodea cuando realmente algunas cosas sólo sirven para dar sentido a otras, para comprender mejor el mundo y/o reflexionar sobre ciertas actitudes, por ejemplo la vocación de enseñar, en mi opinión la docencia es vocacional porque mientras enseñas, también aprendes, siempre aprendemos y el error es creer que lo sabemos todo. Pensar así nos cierra muchas puertas a ciertos conocimientos porque llegaría un punto en el cual no puedas enseñar nada más que lo que sabes, ceñirte a ello sin salir de ese ámbito y no enseñamos la importancia de abrir la mente y aprender por ejemplo a seleccionar.
Cualquier acción que realizamos tiene que ver con una selección previa a la elección final, veo una pequeña distinción de personas según este criterio de elegir:
Las personas que eligen: Las que se “mojan” y dicen sí al cambio o por temperamento simplemente.
Las personas que no eligen: Por miedo al cambio, o indiferencia (aunque todos tenemos nuestras preferencias ante todo). Estas personas mienten pero no por decir lo contrario de lo que piensan, sino por vivir lo contrario a lo que dicen.
Por tanto, vivir es elegir y las personas que no eligen no reivindican lo que son ya que viven físicamente pero no espiritualmente. De todas formas, ser lleva implícito elegir aunque queramos dejar de hacerlo forma parte de una elección.
Deberíamos analizar hasta qué punto podemos elegir y no perdernos en nuestros conocimientos, saber orientarnos para continuar el camino sin mucha dificultad.
Mi pregunta es: ¿A quién debemos orientar y para qué?
En teoría a la juventud para garantizar un óptimo desarrollo futuro para las siguientes generaciones.
 Hasta ahí bien, pero eso es en teoría, a la hora lidiar con un grupo de jóvenes un tanto dispersos de la realidad (por ponernos en una situación), la cosa cambia porque no todos están dispuestos a encauzar las vidas de los demás.
Muchos docentes se limitan a ir a clase y enseñar lo que está escrito, por dejadez, porque lo único que les interesa es ganar un jornal a fin de mes y continuar sus vidas sin mucha preocupación, esos están más perdidos que los propios alumnos porque han decidido mal, no ayudan a nada, no orientan, y una orientación sin cooperación está incompleta.
Decidir es una tragedia la mayoría de las veces, porque tomamos malas decisiones que afectan al resto de la sociedad por falta de motivos y argumentación a la hora de tomar la decisión.
Esta carencia de motivos y/o argumentos nos lleva a una resolución momentánea a la que solemos llamar decidir aunque esto lleva consigo unos valores un tanto imperceptibles que nos hace pasar por encima de los demás para alcanzar nuestros objetivos, sin mirar nada más que el propio interés, alcanzar el éxito y la calidad de vida ya que se considera el objetivo primordial. 
Al parecer tenemos conceptos muy distintos del significado “calidad” o “empleabilidad”, le buscamos una utilidad errónea (como a la mayoría de las cosas) sin tener en cuenta que (en el caso de conocimientos adquiridos) el saber no ocupa lugar, tener amplios conocimientos no es algo preocupante, y además es un aliciente importante para encontrar empleo aunque haya que marcharse del país para obtenerlo. El problema de esto es  precisamente elegir, al igual que marcharte del país de forma autónoma y no forzada por las circunstancias, también elegimos el enseñar a aprender y la finalidad con la que lo hacemos. Cabe decir que debería ser una voluntad inocente que no pretenda manipular mediante ese proceso de enseñanza, ni tampoco que haya distinción categórica de personas, es decir, el alumno debe acompañar en el camino al maestro, no seguirle, así pues, la enseñanza se hace más liviana  para el alumnado en vez de una obligación que poco servirá en el futuro porque una vez más, se pretende buscar una utilidad no hallada (según el pensamiento del alumno.)
Esos conocimientos adquiridos acaparan los valores morales en los cuales no se insisten tanto, porque a la hora de avanzar en la vida “no sirven de nada” comercialmente hablando aunque luego algunos individuos dejen mucho que desear como personas.
Con el término individuo quiero decir que las personas debemos actuar de forma racional y no como máquinas programadas para satisfacer los deseos (del Estado) de otros y engordar sus cuentas corrientes.
Por todo esto el conocimiento caracteriza a cada persona, a su estilo de vida dependiendo a qué la quieran dedicar, habiendo así varias ramas de estos conocimientos, obligándote indirectamente a elegir un lado u otro de la vida (metafóricamente hablando) no dejando ser libremente a cada persona, cohibiéndola sin dejar que saquen su máximo potencial
Tenemos unos límites del conocimiento, los cuales mostramos muy bien a la hora de educar a otros, pensando que educar es imponer tu verdad y sacar lo mejor de ti cuando realmente es otra cosa, es desplegar una especie de abanico con todas las posibilidades existentes (o dentro de los límites), es incorporar y enriquecer ese talento al que no se le presta demasiada atención y es el ingrediente principal para exprimirse uno mismo.

El talento se suele comprender como un don innato pero si no hay posibilidades de desarrollar ese talento, ¿qué pasa? Que esa persona es lo que conocemos como diamante en bruto, ya sea por su poca voluntad o por escasez de posibilidades en su entorno. Con estas personas hay que mostrar confianza en ellos, fe en que van a progresar porque pueden hacerlo si se lo proponen y no vale menos que otro que lo tiene todo para progresar airoso en la vida.
Algunas personas tienen ciertos conocimientos y/o habilidades avanzadas en algunos campos y a eso le suelen llamar talento, que en realidad es una inteligencia mejorada que se ha trabajado con mucho esfuerzo. El mérito real es de quien adquiere alguna capacidad, no de quien nace con ella y le resulta sencillo hacer cierta acción.
Esto se reduce, si nos fijamos, en el nivel socio-cultural y económico de cada familia, las posibilidades de cada una y así se podría explicar de cierta forma el camino que elige cada persona, el por qué uno decide estudiar y el otro no.
Si tenemos en cuenta este factor socio-cultural y económico, deberíamos parar a pensar en que no hay que escoger al mejor alumno ni al más brillante, ni hacer una selección de quienes merecen más la pena respecto a otros porque esto es un comportamiento discriminatorio que solo inculca valores de lucha por el poder y una especie de sociedad estamental que cada día nos separa más. 
La competencia por el éxito solo nos enfrenta y no hace más que motivar a las personas para llegar a ser alguien (o algo) en la vida sin importar los posibles talentos que han quedado sin descubrir ni desarrollar, sin importar la verdadera felicidad, sin elegir realmente lo que estamos haciendo, sin darnos cuenta de que competir no es malo si lo hacemos en otros sentidos que no se suelen tener en cuenta como la colaboración, el bienestar social, o cualquier cosa beneficiosa ya sea consigo mismo o con la sociedad. El problema es que al escuchar la palabra competir, solo pensamos en ganar al otro y ser mejor, pasar por encima de quien sea para “realizarnos como personas” o “progresar en la vida” que en mi opinión, hacen lo contrario.
Lo interesante del talento, capacidad, habilidad, como quieras llamarlo es la motivación, las ganas de progresar, he ahí el talento para la docencia, elegir la forma de enseñar y seleccionar el mejor método para cada persona según sus posibilidades que hay que exprimir a toda costa porque las personas somos diferentes unas de otras, no máquinas programadas para hacer las mismas acciones.
Las personas de provecho a parte de las que pueden salir a flote sin demasiado esfuerzo, también son los “patitos feos” que todo el mundo rechaza por tal de no complicarse la vida en personas que “no merecen la pena”.
Una sociedad mejor se construye empezando por personas que no excluyen a nadie, ni seleccionan a “x” personas, porque el talento se puede inventar, desarrollar y mejorar con esfuerzo.

Azahara Martínez (1º Batx) 



Tratamos de dar un sentido a las cosas,¿ sin sentido no sabríamos entender?, lo damos a aquello que creemos que lo tiene, de igual forma, que damos amor si queremos recibir lo mismo, por lo tanto, hay que dar el sentido. 
Pero este sentido va seguido del arte de la elección, ya que se elige aquello que le conviene a cada individuo, o que de algún modo le puede satisfacer y de lo cual cree y puede obtener un beneficio, y ve que tiene ese sentido que le da ánimos a lograrlo, pero de esa elección hay una selección, de la cual descartamos otras ideas, ya sean por gusto o preferencias, elegimos leer, escribir o mil formas más de actuar o situaciones cuotidianas, pero todo seguido de un esfuerzo que nos ayuda a alcanzarlo, lo cual le da mucho importancia el autor y lo prioriza.
Vivimos en permanente elección, ya sea cuando mentimos o decímos la verdad, elegimos aquello que nosotros sentimos que nos hará bien, ya sea por el bien común o no, descartando otras ideas, que nos pueden dañar a nosotros o al resto.
Hacemos lo que somos, somos lo que hacemos  esta frase dicha por el autor, me ha llamado la atención, transmite la importancia de hacer cada uno lo que cree que debe hacer, es decir, cada uno debe de hacer aquello lo cual cree que es correcto y esto va seguido y relacionado a “elegimos lo que somos , podemos elegir mil cosas, pero cada uno debe pensar y recapacitar que quiere hacer con su vida y que pasos debe seguir, cada persona sabe lo que le conviene, debe de afrontar aquellos miedos si cree en ello y quiere lograrlo, por eso debemos elegir en lo que creemos, descartamos muchas opciones con la finalidad de elegir una opción u otra acorde a nuestros gustos o preferencias, es decir, si elegimos un mal camino en nuestras vidas, ese camino se truncará, nos será más difícil alcanzarlo, por ejemplo, muchas piedrecitas que nos dificultan el paso, en cambio, si elegimos el buen camino de las cosas, todo nos será más fácil y podremos alcanzar mejor nuestro propósito.

Vivir es elegir, ser es elegir, entonces, ¿podemos elegir? Podemos elegir aquello que queremos ser y como queremos ser, pero sin sacrificio y esfuerzo, no se podrá lograr, pero, ¿nos pueden ayudar a alcanzarlo?
Por ejemplo, referente a los estudios, insiste el autor en que a los estudiantes deben facilitarnos maneras u formas de poder estudiar , ya sea materialmente o anímicamente, prioriza el hecho de que somos humanos y como tal debemos empatizar con el resto para conseguir mejores resultados, y para ello, como bien dice el autor, ante todo debemos saber gobernarnos nosotros mismos, saber qué es lo que queremos y lo que no, y esto va seguido de una elección que va desencadenada a la decisión de que nos conviene más y seguido de la necesidad, es decir, deberíamos escoger aquello lo cual necesitamos y que nos conviene, o aquello que puede ser pasajero y no necesitamos? 
Normalmente, escogemos aquello que nos resulta fácil y que de algún modo no nos resulte complicado en nuestras vidas, en instantes, la gran parte innecesarias, pero queremos poseerlas, esto va relacionado al conocimiento, ya que condiciona nuestra vida, es algo que ya va incorporado en nosotros, pero que debe de ser trabajado para adquirir unos frutos, hace diferente nuestra vida, es decir, hay dos caminos diferentes, uno el del conocimiento, el cual habrá que trabajar, nos proporcionará saberes y nuevas formas de pensar, adquiriendo nuevas vivencias, otro todo lo contrario, no habrá que hacer nada, simplemente recorrer el camino sin haber aprendido nada, no superar retos y vivir el día a día monótono, depende de cual cojamos, condicionará nuestra vida, a mejor o a peor, pero eso depende de nosotros, si nos hace falta o no.
Ángel Gabilondo insiste en que el educador no debe enseñar y el alumno ir tras él, este enseñamiento debe ir junto al alumno y el educador, deben ir los tres juntos, ya que el éxito es querer, pero sin motivación y sin ganas, ese enseñamiento acaba fracasando, es decir, si a nuestros alumnos no les motivamos, no hay signo de cariño o empatía, este alumno acabará por fracasar, muchas veces el afecto aunque sea mínimo, motiva a seguir esforzándose, ya que podemos esperar algo de alguien, pero con control y a la no dependencia emocional, ya que puede acabar mal, tanto el que lo recibe como el que lo expresa.


El talento, relacionada con el conocimiento, es una capacidad que debe de ser desarrollada, con ayuda o sin ella, dependiendo cada individuo, y con una libertad de elección que nos ayuda a centrarnos en que debemos hacer, sin importar en la opinión de los demás, es decir, aquello que nos hace ser felices, pero utilizando el sentido común, para saber decidir si nos conviene o no, si sabremos que nos hará bien en un futuro no muy lejano, o si podemos obtener algo de ello, beneficio común o una experiencia nueva, ya sea satisfactoria y una obtención de vivencias agradables de recordar, o por otro lado, malas y que ayudan a cambiar la forma de pensar.
Como conclusión, cada persona debe elegir aquello que necesita o que le aporta una felicidad, y motivación para seguir esforzándose en lograrlo, pero la ayuda incondicional de los demás también aporta ganas de seguir con aquello que cada uno cree, debe de haber unos pasos, una selección apropiada y un descarte de aquello que no nos conviene. 

Paula Gradolí  (1º Batx)