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lunes, 8 de noviembre de 2010

El Secreto, por ADÁN CONDE RIBES



Quisiera comenzar dejando una regla clara: este pequeño resumen de ideas será,
y de otra forma sería imposible, absolutamente subjetivo. Parto de aquí desde el
comienzo porque todo este asunto debe tratarse de la misma manera, o al menos así
lo entiendo.

Esta hoja, como la película, como el libro que aquí nos trae, lo son, y pienso que
no debería ser más que un ejercicio de comprensión, asimilación y digestión.


No es este el enfoque de 'El Secreto', que asusta en la primera toma de contacto,
asusta de manera similar a como asusta un señor con gabardina que llama a tu puerta
y, poco después de decir “hola” y agradecerte la amabilidad de atenderle, comienza
con una retahila de ideas profundas y axiomáticas para el que habla, pero superfluas e
incoherentes para el que escucha, y es cuando dice venir de parte de Kiko Argüello
cuando decides despacharlo, entre la amabilidad y el nerviosismo, propios de estar
delante de una persona que parece vivir en otro universo pegado al nuestro.


Pero este libro, para empezar, está ya en casa, y aunque en la presentación se
parece al señor de la gabardina, luego, poco a poco, va cambiando el gesto, y aunque
sus ideas siguen siendo las mismas, pareces obligado a entrar en un estado en que no
sabes bien si lo que lees tiene menos de estrambótico, o si es que tus pensamientos
comienzan a serlo también.

Sea por mi padre, psicólogo de profesión y centrado por naturaleza; sea por mi
madre, defensora de la felicidad en esta vida y no en ninguna otra, o sea,
simplemente, por la necesidad de comprenderlo todo, siempre he tenido muy claro
que no hay nada que me de más miedo que lo que desconozco pero sé que existe, y
por ende, nada que me pueda alegrar tanto como lo que tengo a mi alrededor. A pesar
de todo tengo que admitir que, no sé muy bien en qué momento, comencé a
compararme, a mí mismo, con diferentes ejemplos que leí en el libro.

Para entenderlo tendré que explicar que siempre, desde pequeño, me he
considerado afortunado. Tengo suerte, me acompaña, nací con entrella, Dios está
conmigo, mi ángel de la guarda hace bien su trabajo, o como quiera uno llamarlo,
pero la realidad, el resultado, es que las cosas me salen bien, me suelen ir bien y,
cuando no lo hacen, no pasa mucho tiempo hasta que eso se remedia.

Por un lado, ayudado de mis seres más queridos, he comprendido que soy
optimista y tiendo a ver las cosas del lado bueno. Así podría explicarse que, aunque
hace poco más de un año que mis padres se han divorciado, con muchos detalles que
no son necesarios escribir, sigo estando feliz, y no sólo ahora, egoístamente fui feliz
el mismo verano en que se divorciaron. Hacía poco tiempo que había conocido a una
persona maravillosa que aún me acompaña, tenía la ilusión de cambiar de
universidad, y en lo referente a mis padres, sabía que me querían. Son muchos
detalles, pero los considero necesarios para poder explicar mi conflicto interno al ir
avanzando páginas en 'El Secreto': Al mismo tiempo que me daba cuenta de que todo
podía encajar, de que ahí estaba la razón por la cual todos estos años he tenido
mejores cosas que los demás, no podía evitar pensar que hay muchas personas cuyos
padres siguen juntos, y sin embargo son más infelices que yo. Quién sabe, quizá
decidí ser feliz al nacer.


Voy a tratar de explicar, también, mi asombro al ver que muchas de las
“técnicas” o consejos del libro no eran nuevas para mí. No quisiera entrar en
demasiados detalles, aunque los hay y con gran parecido al método de El Secreto,
pero sí quisiera poner algún ejemplo genérico, y es que hubo y hay días malos,
momentos en los que algo salta dentro de tí y desearías cambiar tu reacción desde el
momento en que tomas una decisión. Así, al llegar a la cama por la noche he tomado
el tiempo de analizar la situación, de leer mentalmente la escena que me desagrada, y
más allá de tratar de determinar qué me ha molestado, he tratado de centrarme en
modificar la escena para el día siguiente (creo que ahora entiendo a los que me dicen
que estoy “to rayao”). Lo sorprendente del asunto es que siempre me ha funcionado,
aunque nunca he tenido claro del todo si se trataba de una percepción o de que
realmente la situación se modificaba. Llegó el día, incluso, en que decidí arreglar los
problemas en casa, pensando como me gustaría que ocurriese otro día y, al
enfrentarme al momento en cuestión, sabía que estaría preparado, y aunque volvían
los problemas, parece que poco a poco, con repetición, las “victorias” sumaban más
que las derrotas.


Una parte de mí ha querido entender el secreto de una manera metafórica, en
realidad esperaba que el libro tomara ese camino, pero el mensaje es claro: Los
pensamientos, asociados a las emociones, modifican cualquier cosa de nuestro
entorno.

Así no tenía otra que enfrentarme al reto de creer algo diferente a todo lo que
hasta ahora creía, ¡Después de sobrevivir a un colegio católico!. En cierta manera, y
aunque me gustaría alargar esto mucho más, siento que si bien es difícil que alguien
lleve la razón absoluta, y por tanto es difícil que el libro lo haga, merece la pena
pensar en positivo. Imaginar que todo lo que deseamos tendrá una repercusión más o
menos inmediata en el universo es una idea francamente fascinante, pero, como todo
lo llevado al extremo, tiene el riesgo de caer en esa fea vuelta de tuerca de más, de
manera que, sea porque de manera mágica mis ondas cerebrales atraerán ese trabajo,
ese coche, esa salud y ese dinero que tanto ansío, o porque existe una influencia
fisiológica en relación a mis pensamientos, trataré de mantenerme optimista, de
visualizar con claridad mis metas y hacer todo lo posible para ayudar activamente a
esta ley, por mucho que diga que no me necesita.


Quisiera anotar, antes de terminar, una imagen de por qué no puedo tomar a
rajatabla las enseñanzas del libro. Y es que no puedo dejar de preguntarme qué
persona puede haber en el mundo que tenga una aspiración en la vida, un
pensamiento, y un deseo al fin y al cabo, mayor del que puede tener cualquiera de los
niños que mueren de sed y hambre cada día en África, ya que El Secreto debe
funcionar aun cuando la persona no es consciente de ello.


Aunque eso sí, no dejaré de rezar al Dios del aparcamiento, que llevo un mes
que ni con plaza de minusválido...


Puedo decir, ahora sí, que algo cambiará en mi tras la lectura de 'El Secreto', y
me alegro de que sea así.


Por ADÁN CONDE RIBES

2 comentarios:

Adán dijo...

Aun no había tenido tiempo para comentar (supongo que ahora que el profesor no mira, es buen momento), y no puedo decir que sea porque no haya entrado al blog. Mira las visitas: la mitad son mías.
Me ha hecho mucha ilusión que lo publiques en un blog que conozco desde hace un par de años, y ya me pareció muy buena idea, así que ahora imagínate...

Espero que todo vaya bien, y que si tienes algún problema me lo consultes, que ahora soy un gran gurú, y si no mira como publico este comentario en unos momentos, y sin tener conexión a internet (pa qué?).

Gracias, también, por proporcionarme la materia prima necesaria en toda lectura, además de despertarme el interés e introducirme en este complicado conocimiento con una mente algo más abierta.

Espero que todo te vaya bien, y que nos veamos en algún que otro lugar, así como por casualidad.

Un abrazo!!

Adán

Anónimo dijo...

Que quieres que te diga chico es una rabia incontrolada el tiempo lo borra todo. No existen ni malos ni buenos. Solamente tú. Cuidate la vida es dura.Piensa que no estas solo.

El Zorro.

Postdata: Descubri este articulo por casualidad. Veo que lo pasastes mal. Que decirte se egoista en esta vida piensa en ti solo en ti, ni hermanos ni madre, ni padre nada solo en ti. Ya que cuando tomo tu madre esa desición nadie penso en ustedes.Solo en su felicidad.