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sábado, 31 de mayo de 2008

miércoles, 28 de mayo de 2008

avaaz.org

¡No más bombas de racimo!

Hombre racional y hombre intuitivo en el pensamiento de Nietzsche, por Jose Ferrale

Para nuestro autor, el hombre intuitivo y el hombre racional representan dos visiones de la vida opuestas. Mientras que el primero se rige por conceptos y racionaliza su mundo, el hombre artístico vive acorde con el constante devenir del mundo, sin estar sujeto a las rígidas reglas que marcan las pautas sociales.

Pero para poder desarrollar más estos conceptos es preciso partir de la idea que Nietzsche, en una época de crisis y pérdida de valores sociales, se propuso encontrar las bases de estos valores. El proceso a seguir es el que él llamó genealogía, concretamente la genealogía del lenguaje es la que Friedrich Nietzsche utilizará para desmontar la cultura occidental que cree estar en posesión de toda la verdad.

Concretamente el error viene determinado porque el ser humano, en su afán de conocerlo todo, intenta establecer una realidad inmóvil, algo sobre lo que afianzar su conocimiento, cuando en realidad todo está en continuo devenir, o como diría una de las mayores influencias de Nietzsche, Heráclito, “Nada es, todo fluye”. De esta forma, tras obtener un estímulo proveniente del mundo exterior, se realiza una primera metáfora al representar ese estímulo en forma de imagen en nuestro cerebro. A continuación se produce la siguiente metáfora cuando intentamos reproducir esa imagen mediante palabras. Estas palabras deberán ser entendidas como una expresión de un suceso concreto, y no como algo universal. De hecho este carácter universal del lenguaje se logra cuando, tras producirse muchos estímulos y ver que una misma palabra coincide cuando dos o más personas denominan un mismo suceso, la palabra deja de ser una metáfora para convertirse en un concepto. El concepto es el residuo de la metáfora, aquello que pretendemos que sea la “Qualitas occulta” del estímulo. Pero en realidad el concepto es una pura convención que se alcanza cuando prescindimos de las características individuales de los objetos para quedarnos sólo con aquello que tienen en común.

Este proceso de establecimiento de conceptos es el conocido como Pacto Gregario, que no es más que una pura convención entre todos los humanos para designar a un mismo estímulo de una misma manera. Esto, que los humanos denominamos verdad, no es más que una convención que hemos olvidado que lo es, ya que no recordamos que hubo un momento en el que inconscientemente nos pusimos de acuerdo sobre el significado de un concepto, para poder vivir en sociedad y en paz, evitando la guerra propia del estado natural humano, la “bellum omnium contra omnes”.

Establecida ya la verdad, y teniendo en cuenta que no es más que una convención, deberemos distinguir entre verdad y mentira, y por supuesto de la significación que alcanzan si las tratamos en un sentido moral o en un sentido extramoral. Esta parte es la central de la obra de Nietzsche “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” (Originalmente “Über Wahrheit und Lüge im auβermoralischen Sinne”). Verdad y mentira en un sentido moral deben entenderse como el buen o mal uso de los conceptos. Será verdad aquello que se derive del buen uso de los conceptos establecidos, mientras que será falso todo aquello que a pesar de estar formulado mediante conceptos no se corresponde con la realidad o nos perjudica. En cambio, en un sentido extramoral, la verdad y la mentira determinan el uso o no de los mismos conceptos. Por ejemplo, la mentira en sentido extramoral es el uso de los conceptos, porque como ya hemos dicho, éstos no son más que una pura convención, por lo tanto no se puede pretender explicar la realidad o alcanzar la verdad con ellos.

Y así, sin darnos cuenta, la genealogía del lenguaje ha derivado en una genealogía de la moral, ya que al ser los conceptos un pacto, y considerar que serán ciertos aquellos conceptos que nos sean beneficiosos, tendremos que distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo, para poder distinguir así, en un sentido moral, que es verdad y qué no lo es.

Pero, ¿Cómo sabemos que es bueno y que no lo es? El filósofo alemán nos propone entonces la idea de que los seres humanos nos dividimos en hombres fuertes y débiles. Los fuertes son aquellos que crean sus propios valores, que se rigen mediante sus propias normas y que, en definitiva, establecen un criterio propio. En cambio los débiles son aquellos que aceptan los valores establecidos sin más, comparándolos con un rebaño de ovejas.

Esta contraposición fuerte-débil es la que le sirve para establecer el antagonismo entre hombre racional y hombre intuitivo. El hombre racional es aquel que sigue la moral del rebaño, que utiliza los conceptos y se rige por ellos, siguiendo los valores ya establecidos. En cambio el hombre intuitivo creará sus propios valores, tenderá a la creación, al arte en definitiva, por contraposición al hombre racional que tiende a la ciencia.

Nietzsche enfrentará a estos dos tipos de hombre con la crisis de valores de la sociedad, el nihilismo. Según nuestro autor los hombres deberán superar el nihilismo pasivo, que consiste en obviar el hecho de que los valores de la sociedad están vacíos, para conseguir un nihilismo activo, es decir, rehacer tus propios valores con independencia de los ya establecidos. Sólo el hombre intuitivo será capaz de superar el nihilismo y se convertirá en el superhombre, der Übermensch.

El superhombre, caracterizado por su voluntad de poder, es decir, su constante afán de creación se desmarcará de la sociedad y se centrará en el arte, superará las fases de camello y león en las que todo ser humanos se encuentra o se ha encontrado para convertirse en niño, en el sentido de que su única ocupación será jugar con las metáforas, huyendo de los conceptos que no nos permitirán alcanzar la verdad. Y es que la principal diferencia radica en que las metáforas, al estar más próximas el estímulo original, están menos alteradas, pero son más que nada la expresión individual de un determinado acto, que deberá analizarse cada vez, y que dependiendo del observante, ante un mismo estímulo se producirán diferentes metáforas que además deberán ser interpretadas acorde con la situación.

Por lo tanto los dos tipos de hombre son los que definirían la sociedad en sí, fuertes y débiles, racionales e intuitivos. Y a pesar de lo que parezca, son los débiles los que siempre se han impuesto, ya que al poseer los valores del rebaño han tenido un soporte popular que los fuertes nunca han tenido. Pero tampoco es preciso que todos seamos fuertes. No todos estamos preparados para crear nuestros propios valores, es por ello que Nietzsche también nos dice que aquellos que no sean capaces de originar unos valores propios, que sigan los ya establecidos.

En definitiva Nietzsche establece esta diferencia primordial entre dos tipos de hombres para explicar el porqué de la degeneración de los valores de la sociedad occidental, ya que al gobernar siempre los débiles, que siguen los valores del rebaño y por lo tanto utilizan los conceptos, se ha llegado a un momento de “crisis” de la cual sólo podremos salir cuando los superhombres originen sus propios valores, viniendo así la gran aurora, comenzando un nuevo ciclo temporal de la historia.

Jose Ferrale

martes, 27 de mayo de 2008

Nietzsche, el valor y los riesgos de la búsqueda de la verdad, por Oscar Requena


En “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” el filósofo alemán Friedrich Nietzsche critica la cultura occidental por su empeño en la búsqueda de la verdad así como el valor y los riesgos que ello conlleva. Su crítica se refiere sobretodo a la discriminación que los filósofos del pasado, a los que él llama filósofos-momia, imponen a lo sensible., es decir, al exceso de protagonismo de la razón para hallar la verdad.

Nietzsche hace uso del método genealógico, analizando los principios en la búsqueda de la verdad, para comenzar a explicar su teoría. Con él nos dice que nuestra búsqueda de la verdad proviene del miedo y no del amor a la verdad como nos hacían pensar los filósofos-momia. Este miedo viene precedido de la fragilidad mental del ser humano que impide que podamos vivir en el caos. Ante este problema, el ser humano pone en funcionamiento la Razón para que genere un mundo irreal, es decir, lo que Platón llamó mundo sensible.

Si esta genealogía es aplicada al lenguaje vemos que es la necesidad del ser humano de transmitir sus experiencias y no la necesidad de conocer la que lo origina. El lenguaje tiene carácter metafórico pero hay personas, las poderosas, que fijan las metáforas y las convierten en conceptos. El proceso es el siguiente: los objetos sensibles son recibidos y la mente humana elabora una imagen a la cual le asocia una metáfora. La experiencia de sentir procesos u objetos similares crea la palabra (usando la lógica) y esta, al ser aceptada por un colectivo, se convierte en concepto. Esta aceptación conceptual es lo que el filósofo alemán llama pacto gregario y es fruto de evitar la amenaza que presenta la diversidad. Por lo tanto, no puede existir la verdad, eso tan apreciado, ya que esta es la convención de utilizar determinados términos en determinados contextos. Ante ello, Friedrich habla de perspectivismo, esto es, que no existe una sol verdad, sino muchas y todas ellas igual de válidas. Entonces, ¿a qué llamamos mentira? En el mundo actual se llama mentiroso a todo aquel que no acepte el pacto, es decir, el anormal (fuera de la norma) el que ataca la naturaleza del pacto. Entonces la verdad depende de lo que los poderosos o fuertes afirman que es lo bueno o lo malo y esto, según el alemán, debe ser estudiado desde la genealogía de la moral.

Para nuestro filósofo lo bueno, al igual que la verdad, es algo ficticio. Lo que se asocia con el adjetivo bueno es lo noble, lo meritorio. Por el contrario, lo malo es lo vulgar, lo simple… Todos estos conceptos son impuestos por los fuertes, ellos son los que deciden qué definición atribuir a cada denominación. Pero los débiles, fruto del rencor hacia los fuertes pueden hacerse con el poder y entonces ellos serían los buenos. Esto es lo que ha pasado por ejemplo con el cristianismo o el socialismo – pensamiento del cual Nietzsche no puede soportar la idea de igualdad. Su crítica a este ideal se ve muy bien argumentada con su cuestión “¿a quién le pides los apuntes cuándo faltas a clase?”. Nosotros debemos inferir que no todas las personas somos iguales.

Por otra parte el filósofo alemán aclara que la enfermedad que padece Occidente es el nihilismo. Su diagnóstico es fomentar el nihilismo activo frente al pasivo. Las personas deben criticar los valores implantados, enfrentarse a ellos. El que lo consiga, “ese hombre que nos sacará a todos de la estupidez”, será el denominado superhombre. Este es creador de sus propios valores, es decir, tiene voluntad de poder, pero para llegar a ese estado ha de pasar por tres fases. La primera es la del camello. Este es obediente por tradición y no se queja porque sabe que hay esos valores establecidos. La segunda fase es la del león que se queja de los valores establecidos pero no puede crear sus propios valores. La última fase es la de ser un niño, es decir, su actividad es jugar. Crea sus propios valores porque sus condiciones (inocencia, falta de prejuicios…) se lo permiten. El alemán, curándose en salud, advierte que no todo el mundo puede aspirar a superhombre y por lo tanto debe permanecer en el rebaño, obedeciendo.

En Nietzsche es muy importante el papel que le otorga al arte. Dice que el arte se acerca más a la experiencia originaria metafórica que a la conceptualización. La metáfora sabe que lo es y no intenta alcanzar la verdad mientras que las personas que creen que los conceptos pueden llegar a alcanzar la verdad están equivocadas y por ello más alejadas de la realidad. Refiriéndose a la belleza, Nietzsche distingue entre dos corrientes: lo apolíneo y lo dionisiaco. Mientras que los primeros se refieren al canon, a la severidad… los segundos tienen que ver con lo anticanon, lo que no tiene forma. Nuestro filósofo se acerca más a la segunda corriente ya que lo apolíneo, de manos de Sócrates, degenera en pura lógica.

Cuando se intenta explicar la teoría del eterno retorno se vuelve a repetir que la verdad es algo inalcanzable porque la vida está en constante devenir (ya lño decía Heráclito con su teoría de “todo fluye, todo cambia”) y ninguna ley científica puede perdurar durante todo el tiempo.
Finalmente, aclara que solo el superhombre podrá sobrevivir en este mundo caótico en el cual no es posible alcanzar la verdad absoluta y en el cual debe disfrutar de todo, sea mejor o peor, ya que todo forma parte de la vida.

En conclusión, la búsqueda de la verdad no ha sido otra cosa que la historia de un error en el que el puro miedo al caos vital hizo que se conceptualizaran y simplificaran los objetos, para así, poder vivir medianamente seguros. La verdad no es otra cosa que la convención de utilizar determinados términos según el contexto. El riesgo que han tenido todos los filósofos-momia y con ellos toda la sociedad ha sido el del continuo engaño al que han estado sometidos a la hora de querer alcanzar la verdad.
Oscar Requena

Nietzsche, por Eleonora Chakarova

La tendencia hacia la seguridad y la paz del hombre racional le impulsa a la creación de un mundo engañoso considerado por su parte como la verdadera realidad frente el espiriu liberal y creativo del hobre instintivo , que a través de su instinto creador de metaforas busca representar el mundo según su perspectiva.

Precisamente la critica de Nietzsche se dirigirá hacia el hombre racional , que con el uso de la razón incurrirá en el error de la creación de un mundo de ficción que intentará enmarcar dentro de los limites de la universalidad y la necesidad.De esta manera para establecer su critica Nietzsche utilizará el método genealogico que removerá todos los cimientos y fundamentos establecidos en la filosofia occidental.Segun el filósofo este interes por la verdad , será un mecanismo de protección , es decir , un mecanismo de seguridad frente el constante mundo cambiante , por tanto podemos concluir que la volunad de verdad estará sometida a la voluntad de poder. La volunad de poder , el deseo de imponerse , de crear los propios valores , permitiran la supervivencia en una sociedad de lucha de todos contra todos.

Por otra parte el instrumento que permite al hombre racional construir sus certezas y verdades es el lenguaje , que permite a su vez conocer la realidad y por tanto la verdad . Esta era la concepción de los denominados filosofos momia como Platon , Descartes o Kant , frente esta postura Nietzsche definende la incapacidad del lenguaje para alcanzar el conocimiento , porque los conceptos que conforman el lenguaje y por tanto permiten el conocimento son metaforas que han olvidado que lo son.El origen del lenguaje segun nuestro filosofo será la necesidad del hombre de expresar su propia experiencia vital y no por su necesidad de conocer.

Además los racionalistas como pensadores conceptuales intenan someter lo individual a lo universal , a treves de la logica , ordenando el caos en el cual se rige el mundo , y en tal inento de ordenación demuesran su debilidad y fragilidad psicológica.Frente a estos buscadores de verdad se encuenran los mentirosos , que son las voces disidentes que pueden desequilibrar el pacto , al cual pertenece cada ser humano que desea una existencia social en el rebaño.

Ahora bien , si en un momeno dado los valores definidos por los filosofos del occidente se caen abajo porque se descubre que todo era un engaño , la filosofia se encontrará e crisis. Asi Nietzsche como solución terapeuica propone el nihilismo activo frente al nihilismo pasivo que no reacciona , que consiste en la creacion de los propios valores como un camino de la liberacion individual.


Este hombre capaz de crear sus propios valores se denomina superhombre que es capaz de romper con la filosofia tradicional como busqueda de la verdad , consiguiendo construir su propia jerarquia de valores. Para alcanzar este estratus de superhombre es necesario por otra parte sufrir un proceso de metamorfosis que consiste en pasar por la etapa de camello correspondiente al sentido del deber, el león el sentido critico y el niño el verdadero artista entregado a la inocencia y situdao al margen de toda convención.
Eleonora Chakarova

Nietzsche, Crítica a la racionalidad occidental y a la modernidad, por David Llobel-Corleone

El sentido de la filosofía de Nietzsche, es someter a crítica la autosatisfacción de occidente, por creerse la única cultura conocedora de la verdad, en progreso científicamente y fundamentada en leyes racionalmente universales. Pero Nietzsche, sospecha de que esta cultura occidental vive en un engaño, en el que la mayoría construye un mundo irreal por petrificación de metáforas, conceptos, con el fin de sobrevivir ante la verdadera realidad que es el cambio constante, la diferencia, el caos, el fluir incesante que mencionaba Heráclito. Frente a este movimiento incesante, occidente renegará de los sentidos y depositara su total confianza en la razón.

Nietzsche, para realizar esta crítica a occidente, utilizará el método genealógico, por el cual rastreará los orígenes de la cultura occidental, para saber como surgen sus formas de valorar el mundo. Este método, indicará que la cultura occidental proviene del miedo, y no de la búsqueda de la verdad, como ocultaban bajo la voluntad de poder los llamados filósofos-momia. Es surgida por tanto, por nuestra fragilidad ante el caos, que pone en funcionamiento la razón para construir un mundo irreal en el que todo este organizado y nos permita sobrevivir.

La cultura occidental crea este mundo irreal a partir del origen del lenguaje, su carácter metafórico, que nace de la necesidad de expresar una experiencia vital propia, ya que el lenguaje no reproduce la realidad en sí, si no que es mas bien una forma de creación, de expresarse más de que describir. Es a partir de su origen, donde los que no son capaces de soportar la libertad de vivir, los que fijan las metáforas, para pasar a ser conceptos, compartidos por todos. Ahora bien, esta creación de conceptos va desde la sensación de esa realidad cambiante que experimenta el individuo, hasta el concepto final, pasando por la imagen que intenta copiar la sensación como una metáfora, y que pasará a ser palabra cuando expresemos situaciones similares. Así se producirá la generalización, un pacto gregario que originara el concepto, petrificando la metáfora y evitando la amenaza y la incomodidad que le produce la diversidad.

Es este pacto gregario, esta convención de utilizar determinados términos en determinadas situaciones y contextos, la que significará la verdad, y todo aquel individuo que acepte estos términos fruto de la convención, el que estará en lo verdadero, y por el contrario, para aquel que no lo acepte se creara el concepto de mentira, como método de seguridad para que ese pacto no se rompa. De aquí derivará el titulo de su obra, y Nietzsche clasificará a aquellos que aceptan el pacto en débiles, el rebaño, y aquellos que creen sus propias verdades, su propia realidad, serán los fuertes, el superhombre.

Sobre la verdad y la mentira mencionada anteriormente, Nietzsche defiende el perspectivismo, a partir de la genealogía del lenguaje, en el que no hay un mundo verdadero sino distintas interpretaciones que creamos para organizarnos, que serán múltiples, asi como su sentido. Así para Nietzsche lo importante será experimentar la plenitud de la individualidad y aprender a vivirla como pluralidad, y para ello el termino que mas se acerca al cambio constate de la realidad es la “vida”, ya que representa totalmente los cambios, la individualidad, la diversidad, y en definitiva, la perspectiva propia.

Retomando la crítica a la cultura occidental Nietzsche augura el hundimiento de sus valores el vacío de su sentido, ya que todo hace referencia a un mundo engañoso, y esta enfermedad que padece occidente se llama nihilismo. Esta sociedad sufrirá un nihilismo pasivo, al que nuestro filosofo responderá con un nihilismo activo, por el cual la necesidad de destruir esos valores enfermos y construir unos nuevos, aunque sean personales e intransferibles, es imprescindible para que el hombre recupere su salud. Este proceso consistirá en matar a Dios, que significara la destrucción de valores y de la cultura, y a partir de ahí construiremos nuestros propios valores mediante la voluntad de poder, y así nos superaremos y entraremos en el camino de la liberación individual, propuesta como una decisión individual, que solo podrá lograr el superhombre, creador de valores propios y medico de la cultura ante el nihilismo pasivo. Así, este superhombre o suprahombre, será su propio Dios en cuanto que creara sus valores con total libertad, sin seguir ningún modelo como lo haría el hombre del rebaño, el débil, que seguiría los valores de la mayoría.

En conclusión, Nietzsche curará la cultura occidental, enferma por sus valores, después de realizar una profunda crítica, y esta curación consistirá en la creación de valores, desde el perspectivismo, pues no hay ninguna verdad absoluta ni realidad que se pueda conocer, ya que esta en un continuo cambio. A todo esto añadirá que la importancia del arte, en cuanto que se refiere a la realidad individual sin fracasar llegando a la conceptualización, y así el superhombre naufragará en un mar de cambios constantes y se podrá dedicar a vivir sin ningún miedo.

David Llobell

Nietzsche, resumen general por Clara Monzó

La filosofía de Nietzsche se desarrolla a finales del siglo XIX, y su trascendencia epistemológica supondrá el puente con el siglo XX. Influyen en él el movimiento artístico del Romanticismo, el darwinismo y las teorías de Schopenhauer y Hobbes.

El desarrollo de la filosofía nietzscheana se abre como una crítica a la cultura occidental. Las aspiraciones de ésta se habían visto truncadas a causa del fracaso de la Ilustración, que pone en jaque aquellos ideales de "libertad, igualdad y fraternidad" y que manifiesta la duda acerca de la supremacía de la Razón en el conocimiento de la realidad, originándose así la decadencia de una cultura.

El modo en que se propone llevar a cabo dicha crítica se denomina "genealogía", y consiste en remontarse a los orígenes de la tradición occidental. Mediante este proceso, el filósofo llega a la conclusión de que la "Historia de la Filosofía" no es otra cosa que la "Historia de un error". Para justificar esta afirmación, se basa en la figura de los "filósofos-momia". Éstos, desde Parménides -pasando por Sócrates, Platón o Descartes- habían defendido la búsqueda de la Verdad como necesidad vital del ser humano. No obstante, Nietzsche propugna que esa pretendida búsqueda oculta el temor a enfrentarse a una realidad cambiante y a la inestabilidad de vivir en ella.

En este sentido, realizará una vuelta a los preceptos de Heráclito y al "todo fluye" y elaborará la teoría del "eterno retorno". A partir de este punto, y enlazando con el anterior, procede a la "genealogía del lenguaje". El lenguaje constituye una respuesta a la necesidad de ordenación frente al caos, frente a aquel fluctuar natural de la realidad. Esto conlleva el análisis del conocimiento y su aplicación al ser humano. Para ello, se delimitan las fases que intervienen en la creación del concepto: el individuo experimenta un impulso nervioso y da lugar a la sensación, que deriva en una imagen mental. La identificación repetida de una sensación en la experiencia origina la palabra. Finalmente, el interés por generalizarla desemboca en el concepto.

Como consecuencia de este análisis, se determina que el lenguaje no posee la capacidad de reproducir la realidad, ya que responde a un carácter metafórico. Así, el concepto es una metáfora que ha olvidado que lo es y que, por lo tanto, no es consciente de dicha incapacidad. La definición de la "cosa en sí", consecuentemente, queda vacía de contenido. Esto conduce, además, al "perspectivismo", que se basa en la pluralidad interpretativa de la realidad.

Asimismo, el pacto mediante el cual se aceptan los conceptos, es denominado "pacto gregario", un convenio que nace de la concepción del ser humano como "ser social" y que impone un orden contra el estado de "bellum omnium contra omnes" -la guerra de todos contra todos- en referencia a Hobbes y el "estado de naturaleza". Así, la verdad estará constituida por aquellos criterios aceptados por el pacto; en palabras del propio Nietzsche "la verdad es aquella clase de error sin el cual una determinada especie de seres vivos no podría vivir". Del mismo modo, la "mentira" es aquello que queda fuera del pacto.

Retomando la figura de los filósofos-momia, éstos han sido los encargados de mantener el pacto a través de la imposición de la verdad. Esto se analiza en la "genealogía de la moral", donde se revisan los conceptos de "bien" y "mal" del mismo modo que se había hecho con verdad y mentira. La imposición de dichos conceptos responde a la voluntad de poder que aquellos filósofos ocultaban bajo la voluntad de verdad. Pero esta situación origina la rebelión de los débiles, aquellos a quienes le son impuestos los conceptos y desemboca en la nueva dominación de los débiles a través del intelecto. (ESTO ES ASÍ O ME ESTOY ENGAÑANDO CUAL GREGARIA?) Esta victoria de los débiles se manifiesta mediante el caso del cristianismo y de la democracia.

El desgaste de la pretensión de imponer la Verdad, supone la negación a la cultura occidental. Frente al nihilismo pasivo, que constata que los valores están vacíos y se deja arrastrar por la decadencia, Nietzsche propone el nihilismo activo, según el cual la voluntad de poder ha de ser el vehículo para construir nuevos valores.

Este proceso se concibe como un camino de liberación individual y de superación. El individuo capaz de poner en práctica el nihilismo activo se conocerá como "übermensch" o "suprahumano". Pasando por una metamorfosis que evoluciona desde el camello, pasa por el león y culmina con el niño, el suprahumano conseguirá romper con la tradición y llegar a la "gran aurora", la construcción de nuevos valores.

La figura del niño se pone en relación con el hecho de concebir la existencia como una experiencia lúdica. Así, el suprahumano se corresponde con el artista y el arte, que es consciente -frente al lenguaje- de su carácter metafórico, se erige como el camino que más se acerca a la realidad cambiante. Se establece, además, una distinción entre hombre racional, que con precisión acepta el convenio sin cuestionarse su origen ni su validez: y el hombre intuitivo que, siguiendola concepción artística, moldea los conceptos establecidos y rompe con los valores.

A modo de conclusión, el razonamiento de Nietzsche supondrá un duro a ataque a los prebostes de la filosofía. Al mismo tiempo, con él se inicia la etapa de la filosofía contemporánea, cuyo objeto de estudio es el lenguaje, dado que ya no tendrá sentido preguntarse acerca de la realidad en sí. Nacerán a raíz de Nietzsche filósofos como Wittgenstein, quien afirmó que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", y el perspectivismo será también determinante para el desarrollo de la hermenéutica.
Clara Monzó

Resumen de Nietzsche, por Christian Alite


Toda la Historia de la Filosofía se ha construido erróneamente, es más, Nietzsche la llama la Historia de un error, es decir, una historia que ha surgido y se ha desarrollado a partir de un error.

La filosofía de Nietzsche se basa en una crítica a dicha historia. Para ello, el filósofo alemán utiliza un método llamado “genealógico”, el cual consiste en remontarse a los orígenes de la Verdad, la cual ha sido defendida a ultranza por filósofos como Platón, Descartes, Kant, etc, a los que Nietzsche llama “filósofos momia”.

Estos filósofos momia han explicado siempre el conocimiento e incluso la realidad con palabras y conceptos. Pero, ¿en serio pueden explicar estas cosas mediante palabras y conceptos?, es decir, ¿el lenguaje puede reproducir la realidad? La respuesta es no, ya que el lenguaje surge de la necesidad del ser humano en expresar una experiencia vital propia con la realidad, o en otras palabras, el lenguaje es originariamente de carácter metafórico. Entones, dicho esto, intuimos que el lenguaje no reproduce la realidad en sí, sino que intenta reproducir la realidad de cada uno, desde una perspectiva u otra (perspectivismo). Aún así, dicha metáfora no servirá para siempre, ya que como bien dijo Heráclito y vuelva a retomar Nietzsche, “toda cambia, todo fluye, nada permanece”. Pero no solo el lenguaje se basa en operaciones falsificadoras, sino que nuestra lógica también lo hace. El ser humano tiende siempre a generalizar, es decir, somete lo individual a lo universal. Así, cuando vemos distintos tipos de hojas con distinto tamaño, color, textura y forma, diremos que las tres son hojas, aún siendo aparentemente diferentes. Es decir, lo que hacemos es convertir una metáfora en concepto. Pero, ¿cómo surgen estos conceptos? Según Nietzsche, el proceso de formación comenzaba con una captación de sensaciones o estímulos nerviosos que captamos, de los cuales nos creamos una imagen mental. A continuación, por comodidad, el individuo asigna dicha metáfora a sensaciones parecidas que haya tenido anteriormente, creándose así la palabra, la cual se aleja de la realidad individual, ya que ha relacionado una cosa con otra que no es totalmente igual. Por último, mediante un pacto, se generaliza el uso de ciertas palabras, naciendo así el concepto, que si bien recordamos, son metáforas que han olvidado que lo son.

Dicho pacto es llamado por Nietzsche “pacto gregario”, el cual sería aceptado por el ser humano impulsado por el deseo de obtener una existencia social dentro del rebaño, es decir, para que, mediante la construcción y fijación de los conceptos, se pueda vivir en paz con los demás seres humanos. Los filósofos momia serían los encargados de guardar este pacto, y lo ha hecho como propagando el acceso a la verdad como la necesidad del pacto. Por tanto, se llamará verdadero a aquel individuo que use correctamente los conceptos pactados, y diremos que alguien no dice la verdad si no usa correctamente los conceptos pactados, es decir, se le calificará de mentiroso, y no se confiará en él ya que perjudica la estabilidad del pacto gregario.

Entonces, haría falta un cambio de un nihilismo pasivo a un nihilismo activa, hundiéndose en la voluntad de poder para poder crear nuevos valores, es decir, metáforas que saben que son metáforas y que sean personales, propias de cada uno.

Junto con testo, también se tendría que matar a Dios, pero no solo como ente metafísico creado por el hombre, sino también como la cultura. Una vez lo hayamos matado, será la hora de crear nuevos valores mediante la voluntad de poder.

El que cree sus propios valores, será llamado superhombre, el que superará el nihilismo pasivo, capaz de romper los conceptos y sobrevivir en el caos y la diversidad. Creará sus metáforas desarrolladas siempre mediante su capacidad creativa, con lo cual Nietzsche atribuirá un papel importante al arte, ya que con él se puede alcanzar el nivel máximo de expresión y se pueden construir las metáforas mas perfectas que pueden existir [a lo mejor esto es un poco dramático xD]. Pero aún siendo una metáfora que refleje la realidad con bastante fidelidad, no hay que olvidar que es algo siempre visto desde la perspectiva de uno, será algo individual.

Por último, Nietzsche confía en la llegada de la aurora. El momento en el que todos los hombres se revelarán y se convertirán en superhombres mediante la voluntad de poder.

NOTA: He notado de que me falta lo de camello, león y niño, pero paso de ponerlo xD
Christian Alite

Pruebas de que la raza humana se dirige inexorablemente hacia la estupidez

Aquí van algunas instrucciones auténticas que aparecen en las etiquetas de diversos productos de consumo:

En una caja de jabón Dove, INDICACIONES: UTILIZAR COMO JABÓN NORMAL. (¿Como se usan los jabones... NO normales...?)
En algunas comidas congeladas Findus: SUGERENCIA PARA SERVIR: DESCONGELAR PRIMERO. (Pero sólo es una sugerencia...)
En el postre Tiramisú marca Savory (impreso en la parte de
abajo de
la caja): NO DAR LA VUELTA AL ENVASE. (Ooooooh, demasiado tarde! Este me encanta...)
En un paquete de una plancha Rowenta: NO PLANCHAR LA ROPA SOBRE EL CUERPO. (Sin comentarios)
En un jarabe contra la tos para niños: NO CONDUZCA AUTOMÓVILES NI MANEJE MAQUINARIA PESADA DESPUÉS
DE USAR
ESTE MEDICAMENTO. (Se evitarían un montón de accidentes laborales si alejáramos a estos peligrosos energúmenos...)
En un cuchillo de cocina coreano: IMPORTANTE: MANTENER FUERA DEL ALCANCE DE LOS NIÑOS Y LAS MASCOTAS. (Pero qué mascotas tienen los coreanos!)
En una tira de luces de Navidad fabricadas en China: SÓLO PARA USAR EN EL INTERIOR O EN EL EXTERIOR (Ojo, única y exclusivamente...)
En un paquete de frutas secas de American Airlines: INSTRUCCIONES: ABRIR EL PAQUETE, COMER LAS FRUTAS SECAS.
(Uff,
gracias!)
En una sierra eléctrica sueca: NO INTENTE DETENER LA SIERRA CON LAS MANOS O LAS PIERNAS.
(No se me
habría ocurrido hacerlo!!!)
10º En la caja de un televisor Wauta TV340: ANTES DE MIRAR UN PROGRAMA ENCIENDA EL TELEVISOR. (Error...........primero debe enchufarse)
11º En el manual de un teclado RAZOR Keyboard XP: SI SU TECLADO NO FUNCIONA, ESCRÍBANOS UN E-MAIL A: TECH@RAZOR.COM (Como conño les ESCRIBO un email si no funciona el teclado!!!)

Lo mandó Nahúm

lunes, 26 de mayo de 2008

Ecoogler


Ecoogler es un buscador que utiliza la tecnología de Yahoo y que ayuda a reforestar el amazonas y a preservar los recursos naturales de agua dulce.
Usando Ecoogler se obtienen los mismos resultados, y se ayuda a la asociación benéfica Aquaverde (ONG) fundada en Ginebra, Suiza, en el año 2002.

Cada búsqueda realizada en Ecoogler, contribuye simbólicamente a reforestar una hoja. Por cada 10.000 búsquedas/hojas, Ecoogler dona el dinero necesario para que se plante un árbol en el Amazonas.

Christian Alite

domingo, 25 de mayo de 2008

Nietzsche, por Clara Monzó Ribes

©Clara Monzó Ribes

Nietzsche, por Anna Roca

LOS CONCEPTOS COMO CREACIÓN ARTÍSTICA DEL SUJETO EN EL PENSAMIENTO DE NIETZSCHE

PAU JUNIO 2003

La incapacidad de algunos seres humanos para aceptar que la realidad es un cambio constante deriva, según la filosofía nietzscheana, en la creación de conceptos. Estos conceptos permiten fijar la realidad, borrando de ella cualquier signo de movimiento y proporcionando una mayor seguridad a dichos seres humanos.
Los conceptos se crean después de un proceso de formación que consta de cuatro partes: en primer lugar está la sensación, que es el impulso nervioso provocado por la realidad cambiante exterior. Después, la sensación se transforma en una imagen mental, que pretende ser una copia suya, pero que se convierte en una metáfora de la misma en cuanto que nunca pude ser una copia exacta. En tercer lugar, cuando intentamos transmitir esta imagen a los demás, la relacionamos con otras experiencias parecidas y le asignamos la misma metáfora, surgiendo así la palabra. Por último, la generalización mediante un pacto del uso de determinadas palabras origina el concepto.
Por lo tanto, el concepto es una creación artística del hombre, del sujeto, en cuanto que es el residuo, los restos, de una metáfora que está ya desgastada.

De esta manera, a la concepción nietzscheana de la realidad como un fluir incesante, estrechamente ligada a la del griego Heráclito -“todo fluye, todo cambia, nada permanece”-, queda petrificada en un nuevo mundo inventado de manera interesada, que se rige según lo que dicta el pacto antes mencionado.
Este pacto responde a la necesidad de la mayoría de seres humanos de vivir en sociedad, y es un tratado de paz que permite la convivencia evitando una “lucha de todos contra todos” que se produciría en el estado de naturaleza. Esta concepción del estado de naturaleza, aunque relacionada con la de Hobbes, está más dirigida al ámbito del lenguaje. Es decir, para Nietzsche, la “bellum omnium contra omnes” se cierne sobre el uso de los términos del lenguaje de una forma diferente a como lo hacen los demás.
El pacto gregario, por lo tanto, es la convención que establece el uso de determinados conceptos y metáforas para determinadas situaciones, que como mucho serían parecidas entres sí, reduciendo la complejidad del mundo cambiante. Y es mediante este pacto como se establecen los valores que siguen la mayoría de los hombres, como un rebaño, a la vez que se fija lo que será la verdad, y en contraposición a ella, la mentira. Esta última consistirá en usar unas metáforas que no sean las acordadas en el pacto, y servirá para evitar que se rompa dicho acuerdo. En este sentido, los filósofos, a los que Nietzsche denomina filósofos-momia - Sócrates, Platón, Descartes, Kant, etc. - han sido los principales guardianes del pacto, lo que han pretendido que la finalidad de las personas es la búsqueda de la verdad.

Sin embargo, la verdad no es más que una convención. Así, cuando los filósofos hablan de su búsqueda de la verdad, lo que hacen realmente es ocultar su voluntad de poder, el instinto de todos los seres humanos que busca la superación, la autorrealización, tras una aparente voluntad de verdad. Pero, en realidad, no lo hacen por amor a la verdad como pretenden hacer creer, sino por miedo a ella, por la incapacidad para convivir con el caos del mundo debido a su fragilidad mental. Y es por esta debilidad por la que recurren al intelecto y por la cual crean todo ese mundo de conceptos fijos que permiten conocer la realidad inmutable que se oculta tras la apariencia de cambio constante.

No obstante, para Nietzsche, no existe tal realidad ultramundana, tal esencia, sino que, lo que se denomina apariencia es la única realidad que existe. Por lo que esa pretendida búsqueda de una verdad inmutable carece de sentido. Es más, ni siquiera existe una única concepción de la realidad que sea la verdadera, sino que existen tantas perspectivas como seres humanos hay, y todas son igualmente válidas. Esto es lo que se denomina perspectivismo.

En consecuencia, si existen millones de perspectivas de una realidad que además está en cambio constante, no tiene sentido la pretensión de explicarla mediante un conjunto limitado de metáforas comunes para todos los seres humanos. Esto es, el lenguaje no puede representar a la realidad, como se ha pretendido en la cultura occidental. Cultura que está destinada a desaparecer, pues el mundo fingido y los valores que ha creado serán destruidos en algún momento. Es el nihilismo, la crisis de valores, la enfermedad que causará la muerta a esta cultura. Frente a este problema, se presentarán dos posturas: el nihilismo pasivo y el nihilismo activo. Mientras que el primero no reacciona ante esta situación, Nietzsche propone el segundo, que, mediante la voluntad de poder, ha de crear nuevos valores.
El nihilismo activo, para poder crear unos nuevos valores, ha de destruir primero los que ya había. Es por esto que Nietzsche habla de la muerte de Dios, entendida esta como la muerte de toda la cultura occidental y no sólo en el sentido de ente metafísico. Es en este momento en el que se puede construir un mundo a imagen de cada uno, individual y subjetivo, y no un mundo igual para todos, como pretendía la moral del rebaño.
Así, el nihilismo activo es un camino de liberación de la individualidad, que puede recuperar el sentimiento de potencia y liberarse de la mala consciencia y de la culpa que provocaba el salirse del rebaño. Pero, este proceso no puede ser llevado a cabo por todos los seres humanos, pues hay muchos que no serían capaces de crear nuevas metáforas, por lo que “quien no puede mandarse a sí mismo, debe obedecer”, es decir, mantenerse dentro del rebaño. Sólo aquellos capaces de crear sus propios valores, serán los que podrán seguir este camino hacia la individualidad. Ése, el que superará el nihilismo pasivo, es el superhombre o suprahumano.
El suprahumano es el que es capaz de vivir con el caos y la diversidad, es su propio Dios y sólo cree en sus propios valores. Se rige por la voluntad de verdad y crea sus propios valores, por lo que es creativo. Es un artista, pues el arte es la manera que tiene la voluntad de poder de autoafirmarse, y es la manera más aproximada de representar la realidad, pues aunque, el arte es una metáfora, de la misma manera que los conceptos, sabe que lo es, mientras que los segundos lo olvidan. Así, el arte sabe que es una representación subjetiva de la realidad, no pretende ser un retrato fiel de la misma -lo cual sería imposible-, sino que tan solo quiere mostrar una perspectiva de esta; mientras que los conceptos, y con ellos el lenguaje, pretenden establecerse como representación única y exacta de la realidad.

En conclusión, la filosofía de Nietzsche supone una dura crítica a la autosatisfacción de la cultura occidental, que se considera la única conocedora de la verdad, así como a la Historia de la filosofía, a la que considera la Historia de un error. De este modo, Nietzsche contrapone a la racionalidad dominante en la cultura occidental, al hombre racional, un hombre intuitivo, que rompe con los conceptos y crea metáforas nuevas, disfrutando de su creación y viviendo con mayor intensidad sus sentimientos.

Anna Roca

lunes, 19 de mayo de 2008

Cine: Juno (2007)


La historia de Juno, la joven que se quedó embarazada. La película de “Juno” me ha gustado porque, aparte de tener un argumento bueno, tiene un tema original (por lo menos para mí, pues ésta ha sido la primera película que he visto en la que el tema era el de una joven que se quedaba embarazada y pretendía dar el hijo a otro matrimonio). Otras cosas que me han gustado de esta película han sido la forma de ser de los personajes y la música que se escuchaba. Francisco.

Decisión de una chica adolescente embarazada. Es una película que trata de una chica adolescente que se queda embarazada de su novio. La chica no está preparada para ser madre y ella, junto a sus padres, quiere dar el bebé a una familia, ya que ella y su novio no están preparados para ser padres. María.

La ignorancia lleva al error y de éste nace un milagro. La película trata de un embarazo involuntario en la adolescencia, es la mayoría de las veces un error. Pero para otras personas ese error les supone un milagro (Vanesa, por su esterilidad) y como ella tiene que disfrutar su juventud, donarán el bebé a la “futura madre”. La película también vale la pena por su argumento, su sencillez sin ningún tipo de ciencia ficción. Noelia.

¡Hay vida después del embarazo! La protagonista, Juno, gracias a su carácter y el apoyo de su padre, madrastra, hermanastra y su mejor amiga, consigue superar el castigo psicológico al que está sometida debido a su estado de embarazo y al rechazo social que sufre. Patricia.

Si te quedas embarazada, ¿qué puedes hacer? Una adolescente se queda embarazada y se lo cuenta a su amiga y a su amigo. Intenta abortar pero no puede. Se lo cuenta a sus padres y lo quiere dar en adopción. Un día en el periódico encuentra una pareja que no pueden tener hijos y se lo pretende dar a ellos. Laura.

Mi hijo y yo casi amigos. La historia nos narra el embarazo de una joven adolescente de 16 años. Con Juno, la protagonista, viviremos las experiencias que conlleva el estar en su estado. Siento tan joven, ¿qué decisiones tomará? Sara.

Fiel a tus principios, fiel hasta el final. Trata de una adolescente que se queda embarazada sin plantearse ningún cambio de su vida cotidiana por el hecho de estar embarazada, pero decide dar el hijo a una pareja que no puede tener. Al final se complican un poco las cosas, pero Juno cumple lo que ha prometido desde el primer momento. Elvira.

Conciénciate bien si estás embarazada… Puede cambiarte la vida. Esta película trata de una adolescente que se queda embarazada y decide seguir con su embarazo hasta el final, con la ayuda de sus familiares y amigos. Pero se da cuenta de que no está lo suficiente preparada como para hacerse cargo del niño y de que si lo da en adopción a alguna pareja los hará más felices a ellos que si se lo queda ella. Bea.

sábado, 10 de mayo de 2008

kant por pepe

Función relativa de la sensibilidad y del entendimiento en el conocimiento científico.

En la filosofía Kantiana, cuando hablamos de sensibilidad y entendimiento en el conocimiento científico nos referimos ni más ni menos que a las dos etapas que se tienen que llevar a cabo para alcanzarlo. Es decir, a la hora de determinar si una proposición es conocimiento científico o no lo es, tenemos que someterla a la sensibilidad, o sea, tenemos que obtener una experiencia de esta sensibilidad, y al entendimiento, que es someter esta experiencia a reflexión.
Pero para poder adentrarnos en la filosofía de Immanuel Kant, debemos comenzar por contextualizar un poco su obra y su filosofía. A finales del siglo XVIII, este autor prusiano, uno de los máximos exponentes de la ilustración alemana, se propuso someter a análisis la metafísica como ciencia. Pudo observar que mientras el resto de ciencias marchaban sobre unas bases sólidas, la metafísica estaba sumida en constantes disputas, así que se propuso analizar qué características tenían las bases de estas ciencias, para ver si eran aplicables a la metafísica, y así tratarla como una ciencia, o si por el contrario no debería considerarla como un saber no científico.
Influenciado por Hume y su crítica al principio de causalidad, Kant reflexiona sobre el papel de la experiencia en el conocimiento, y establece la llamada filosofía crítica, en la cual somete a crítica la razón pura, es decir, la que no se apoya en la experiencia, a través de su obra y mayor exponente Kritik der reinen Vernunft [Crítica a la razón pura]. En esta obra el filósofo reflexiona sobre el papel de la metafísica en su sentido tradicional, es decir, en el sentido de la filosofía especulativa tradicional, que sólo se servía de la razón para tratarla, obviando la experiencia, y diferenciando así dos de las mayores corrientes que han dominado la filosofía desde tiempos inmemoriales: Empiristas y Racionalistas.
Entonces, tras establecer su crítica, Kant se da cuenta de que si bien la experiencia es una condición necesaria, no es suficiente para que el conocimiento se produzca, por lo que el elemento que dota de necesidad y universalidad al conocimiento debe de estar en otro sitio. Es el llamado Giro Copernicano, con el cual Kant cambia la visión tradicional de que el conocimiento lo aportaba el objeto conocido, para decir que en realidad es una aportación a priori, es decir, independiente de la experiencia, del sujeto. Esto es una auténtica novedad comparándolo con autores anteriores, ya que cambia el punto de vista para centrarse en el sujeto, y no en el sujeto, siguiendo las corrientes ilustradas de la época que abogaban por el antropocentrismo.
Entendamos entonces que en el acto de la experiencia, el objeto es una amalgama incoherente de sensaciones, que para ser percibidas por el objeto cognoscente es preciso someter a dos cualidades a priori: El espacio y el tiempo. Estas dos condiciones son independientes de la experiencia, ya que es algo intrínseco en el sujeto y en la razón humana, y que se producirán con independencia del objeto del cual tengamos experiencia. Son por lo tanto necesarias para poder percibir el objeto, pero aquí viene una importante cuestión de la filosofía kantiana: No podemos conocer el objeto en sí, o noúmeno, ya que al aportar el sujeto estas dos condiciones para su percepción, lo que nosotros percibimos es un fenómeno, y no el noúmeno del objeto en cuestión. De esta forma, la estética trascendental, que es la parte de la filosofía kantiana que se encarga de la sensibilidad y de la percepción del objeto, se basa en los fenómenos, que es la percepción que nosotros recibimos del objeto una vez incluidas las condiciones espacio-temporales.
A continuación, podemos pasar a hablar de la analítica trascendental. Esta segunda parte, imprescindible para establecer el conocimiento científico, consiste en una vez percibido el objeto, pensarlo y determinar mediante la razón una serie de conclusiones. En este estadio del conocimiento, el sujeto emite juicios respecto al objeto percibido, y es aquí donde se decidirá si la experiencia recibida tienen las cualidades para ser considerada universal y necesaria, y por lo tanto, conocimiento, o si por el contrario no aporta nueva información. En este proceso, el sujeto utiliza su razón y una serie de condiciones a priori, llamadas categorías, o conceptos puros, que son de 12 tipos, cada tipo correspondiente con uno de los 12 tipos de juicios que es posible emitir, para establecer sus propias conclusiones y decidir las cualidades de la experiencia.
Y aquí es donde llegamos al establecimiento del tipo que han de ser los juicios para saber si aportan conocimiento o no. Está claro que deben de ser juicios analíticos, es decir, cuyo predicado no está contenido dentro del sujeto, y que por lo tanto aportan nueva información. Esta parte del juicio nos la proporciona la experiencia, ya que ha sido a raíz de ella que hemos empezado a indagar sobre ese suceso concreto. Luego debemos distinguir también si es un juicio a posteriori [Depende de la experiencia] o a priori [Es independiente de esta]. También aquí queda claro que debe de ser un juicio a priori, ya que está basado en las cualidades que aporta el sujeto y que son completamente independientes de la experiencia. Pero ojo, no hay que confundir términos: Es un juicio a priori porque las cualidades que aporta el sujeto independientemente de la experiencia recibida, pero todo conocimiento es originado en una situación experimental.
Así podemos, por fin, concluir que los juicios que proporcionan conocimiento, y los que son por lo tanto característicos de las ciencias, son los juicios analíticos a priori, ya que se originan en la experiencia, aportan nueva información y son a priori, es decir, el sujeto les impone esa condición de universalidad que todo conocimiento debe poseer.
De esta manera, establecidos los juicios sintéticos a priori como los característicos de las ciencias, llegamos a la respuesta de aquello que impulsó a Kant a establecer toda esta búsqueda, ¿Es la metafísica una ciencia? La respuesta será que no, ya que esta no se origina en la experiencia, sino que parte de la imposición de condiciones a priori a unos determinado elementos [Dios, alma, mundo], de los cuales no es posible tener experiencia. Y esto es debido a la ilusión trascendental, o característica intrínseca del ser humano por conocerlo todo, y que siguiendo el ejemplo del razonamiento abstracto de la matemática, establece razonamientos que cree correctos, pero que sin embargo, al no tener una base experimental, no podemos considerar conocimiento, sino solamente simple pensamiento.
Esta parte es lo que Kant llamará Dialéctica Trascendental, que trata de la moral, la ética y demás objetos parecidos, que son objeto del interés y de la inquietud humana, pero de los cuales no se puede obtener experiencia, y por lo tanto, no puede haber conocimiento. Esta filosofía será la llamada filosofía práctica, que se dedicará a la investigación de estas cuestiones, tratándolas como lo que son, ideales, y no como verdadero conocimiento.
Por lo tanto, y para concluir, retomamos el papel de sensibilidad y entendimiento en el conocimiento científico, para decir que en efecto son dos etapas del conocimiento científico, originadas en la experiencia [Sensibilidad, de la que se ocupa la estética trascendental], pero que están conformadas también por unos elementos a priori [Espacio-tiempo en el caso de la sensibilidad y las categorías en el caso del entendimiento], que son precisamente los que dotan estas proposiciones experimentales de la necesidad y universalidad que los dotará como auténtico conocimiento científico, estableciéndolas como juicios sintéticos a priori.

Pepe Ferrale

kant por clara

LA VALIDEZ DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO EN LA FILOSOFÍA DE KANT.

La reflexión al respecto de la ciencia supondrá para Kant un pilar básico como parte de su filosofía, y de ahí la importancia del título propuesto para esta redacción. En primer lugar hay que considerar los factores sociales que intervinieron en la sociedad del filósofo. En el siglo XVIII, plena filosofía moderna, Kant se ve imbuido por el desarrollo de la ilustración alemana y de la física, campo en el que destacan figuras como Newton, Galileo o Copérnico, cuyos preceptos quedan aceptados. Este contexto será determinante en su evolución.
En su obra “Crítica de la razón pura”, Kant se adentra en el conflicto de la metafísica. Esta, entendida en su concepción “tradicional” pretende abordar las cuestiones que competen en ámbitos más allá de la realidad y la experiencia. Consecuentemente, la metafísica se erige como punto de discordia entre las dos corrientes de mayor peso de la época: racionalistas i empiristas. Los primeros, la defendían, basándola en principios estrictamente racionales. Por otra parte, los empiristas la negaban por el hecho de no estar fundamentada, como ya se ha dicho, en la experiencia. Así, el filósofo reflexionará acerca de su posibilidad como ciencia.
Al mismo tiempo, dado el auge de la ciencia que, paralelamente, avanzaba con aceptación y Kant no pondrá nunca en duda su veracidad, se propone encontrar sus características o, formulado de otro modo, cómo es posible la ciencia. Así, una vez éstas hayan sido encontradas y establecido un criterio, podrá compararse con la metafísica, resolver la pregunta, y decidir a qué ámbito pertenece.
Esta metodología, por medio de la cual se analiza y cuestiona las diferentes perspectivas crítica. Al respecto, Kant afirmará que “ambos [racionalistas y empiristas] han confundido el origen con el fundamento”. De esta forma, con el fin de mitigar la discordia entre ambos, procederá al análisis y la delimitación del conocimiento, que quedará en relación con la cuestión científico-metafísica. (esto existe? Sonaba tan bonito…)
Asimismo, para abordar el tema, el filósofo alemán adoptará una postura innovadora. A través del denominado “giro copernicano”, es el sujeto cognoscente quien impone las condiciones al sujeto conocido, de manera, además, necesaria. A éste, Kant lo llamará “sujeto trascendental”; es decir, necesariamente todo ser humano. Dichas condiciones reciben el nombre de “a priori”, ya que su validez no depende de la experiencia. En relación a esto, cabe explicar los diferentes tipos de juicios: se distingue, por un lado, entre los ya citados “a priori”, y “ a posteriori”, cuya validez depende de la experiencia. Por otro lado, entre “sintéticos” cuyo predicado no está contenido en el sujeto, y “analíticos”, predicado contenido en el sujeto. La ciencia, con vista al avance del conocimiento, funciona con juicios sintéticos a priori.
El papel del sujeto trascendental tiene un papel fundamental en el proceso de comprensión del conocimiento. Kant lo divide en dos fases que se tratan en cada una de las partes de su obra. En la primera parte, la “Estética trascendental”, se trata el primer nivel de conocimiento, la sensibilidad. En ésta, los objetos, que proceden de la realidad, son intuidos por el sujeto que, por su propia naturaleza, impone las condiciones a priori de espacio y tiempo. La unión de ambos elementos, da lugar al “fenómeno”. De aquí se extrae que el sujeto no puede llegar a conocer el objeto en sí o “noúmeno”. La segunda parte o “Analítica trascendental”, se ocupa de la siguiente fase del conocimiento, el “entendimiento”. En ésta, se trata de explicar el paso entre el fenómeno y la determinación de las leyes de universalidad y necesidad de la ciencia. Partiendo de la existencia de doce tipos de juicios, el sujeto debe tener la facultad de enunciarlos. A esta facultad se le llama “categorías” y se clasifican en doce –como la causalidad o la totalidad-, de acuerdo con los juicios. Por lo tanto, los objetos que habían sido elaborados en la fase anterior son, en ésta, conocidos. Dará como resultado los principios de la ciencia.

De acuerdo con el análisis elaborado a lo largo del texto, Kant llega a la determinación de que el conocimiento se origina en la experiencia pero no depende únicamente con ella, sino de lo que aporta el sujeto. A partir de aquí, se elabora la célebre “Síntesis Kantiana”, cuyo contenido se ilustra con la cita “pensamientos sin contenidos son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas”. Así, habiendo establecido un criterio para la ciencia, se procede a resolver la cuestión metafísica. Tal y como queda recogido en la tercera parte de su obra, la “Dialéctica Trascendental”, la metafísica no es posible como ciencia, ya que no se origina con la experiencia. No obstante, se encargará del ámbito de la razón práctica, y será trascendente, ya no trascendental.
Marcando un antes y un después en la filosofía, Kant consigue establecer los limites del conocimiento, que quedan subordinados a las condiciones a priori establecidas por el sujeto trascendental. De este modo, supone una crítica a las posiciones radicalizadas de dogmáticos y escépticos, desechando las pretensiones del conocimiento de la realidad en sí.

Clara Monzó

jueves, 8 de mayo de 2008

kant por david

-El conocimiento humano y condiciones de la posibilidad de ciencia en Kant.


Immanuel Kant, vivió en tiempos donde la ciencia avanzaba a un ritmo brutal, pero el filósofo se asombró por la seguridad con la que esta adelantaba y por ello se preguntará cuales son esos elementos, condiciones, o requisitos que exige la ciencia para que pueda ser posible, ya que da por sentado que es verdadera y lo que realmente le importa es averiguar porque lo es. Esto le servirá para determinar si es posible la metafísica como ciencia, si está formada por los mismos elementos constitutivos que la ciencia. Para averiguar estas condiciones deberá determinar como es posible el conocimiento y que podemos conocer.

Kant, envuelto de empiristas y racionalistas que solo confiaban en la experiencia o en la razón, realizó la llamada síntesis kantiana. Esta síntesis consistía en la unión de ambos elementos, experiencia y razón, como requisitos para hacer posible el conocimiento. En primer lugar, todo conocimiento tiene su origen en la experiencia y una vez obtenidos estos datos sensibles, la razón, con sus elementos a priori, que son verdaderos independientemente de la experiencia. Cabe distinguir ahora, la existencia de dos tipos de elementos a priori, los puros y los no puros. Estos primeros son aquellos en los que no se ha mezclado nada empírico, y los no puros contienen algo de experiencia, aunque a priori signifique que es independiente de la experiencia. Resumiendo, lo antes dicho, la experiencia es necesaria, pero no suficiente, ya que también necesita la razón, “Todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no brota sin embargo, todo el de la experiencia”. Por esta forma de entender el conocimiento, analizando las condiciones de posibilidad del mismo, Kant supera el racionalismo y el empirismo. A esta filosofía se le denomina crítica o trascendental.

Esta experiencia de la que hablamos, se determinó que era particular y contingente, a partir del principio de causalidad de Hume, que decía que la causalidad era un mero hábito. Esto hizo despertar a Kant del sueño dogmático, y para eliminar esa particularidad de la experiencia, estableció el llamado giro copernicano, donde invirtió el sentido del esquema de la forma de conocer, donde no es el objeto el que pone las condiciones, si no que es el sujeto cognoscente, mediante la razón el que impone esas condiciones, que serán las condiciones a priori. Por tanto, todos percibiremos la realidad de la misma forma para conseguir la universalidad y necesidad, distorsionada por las lentes, que son los elementos a priori, y lo llamaremos fenómenos, siendo incapaces de conocer la realidad en si que es el noúmeno.

Dentro de este proceso de conocimiento, encontramos la sensibilidad, que pertenece a la estética trascendental, y el entendimiento a la analítica trascendental. En la primera etapa, los objetos que proceden de la realidad son intuidos, y sus condiciones a priori son el espacio y el tiempo, necesarios para la existencia de objetos. La segunda etapa la comprende el entendimiento, donde los objetos son pensamientos. Son la condición formal del conocimiento y pertenecen al sujeto cognoscente. Lo conocido en la primera fase seria el fenómeno, y las condiciones a priori que se tratarían estos fenómenos desde el entendimiento, son las 12 categorías o juicios, que organizan los conceptos que vienen de la sensibilidad.

En lo referente a los juicios, estos deberán ser sintéticos, pues aportan nuevos contenidos, contrariamente a los analíticos.
Una vez analizado como es posible el conocimiento y la ciencia, Kant afirma que la metafísica no puede ser contemplada como ciencia, pues no cumple las condiciones a priori de necesidad y universalidad, y por tanto se deberá encargar de los valores morales.

En conclusión, Kant establece el funcionamiento del conocimiento humano y las condiciones de la ciencia haciendo de buen diplomático entre empiristas y racionalistas, resumiendo todo a que la experiencia es necesaria pero no suficiente. Pone limites a la razón para así poder conocer las cosas y todo siempre aplicando la filosofía crítica, método que la razón se pone a si misma para averiguar si la metafísica puede alcanzar sus pretensiones, que es entorno a lo que gira la CPR.



David Llobell Bartual

kant por diana

Diana de la Torre Massaguer: Función relativa de la sensibilidad y el entendimiento en el conocimiento científico

La filosofía crítica de Kant, nace como respuesta al problema que venían acarreando empiristas y racionalistas sobre el origen del conocimiento y la validez universal de la metafísica, al mismo tiempo que en el desarrollo de una época de “revolución científica” que dará lugar al conocido moviendo de la ilustración, donde experiencia y racionalidad serán necesarias para la libertad en el avance del conocimiento del ser humano.

Kant, para resolver el problema, lo plantea de otra forma; según él existe un error al creer que la validez del conocimiento se fundamenta en su origen y no en las condiciones que lo hacen necesario y universal, luego tanto la postura de los racionalistas: sólo la metafísica es considerada como el conjunto de todos los conocimientos y por tanto la razón no tiene limites y no depende en absoluto de la experiencia, lo que nos lleva al dogmatismo; como la de los racionalistas: el conocimiento únicamente es posible a través de la experiencia o sentidos y por tanto no puede haber necesidad y universalidad en este método de conocimiento, dando lugar al escepticismo; quedan refutadas por el autor ya que el conocimiento existe, y ha de ser universal y necesario.

Por tanto para que haya conocimiento debe haber experiencia, y a la vez para que este sea universal y necesario deben existir unas características propias al entendimiento que le otorgue ambas facultades.

Llegados aquí, es posible que nos preguntemos cómo llegar a la formulación de un conocimiento verdadero y universal; pues bien en primer lugar hay que destacar la importancia de la experiencia: según Kant todo aquello que se considere conocimiento deber hacer avanzar a la ciencia, sino, no lo es. Así pues éste debe provenir del mundo físico, donde el sujeto recibe una serie de impresiones sin control que el entendimiento deberá ordenar mediante una sus facultades, para que así esa serie de impresiones se conviertan en razonamientos verdaderos y universales, es decir, conocimiento
.
En esta explicación Kantiana, puede que veamos muchas similitudes con el método de la física, debido a la gran influencia y certidumbre que habían creado filósofos como Newton con la publicación de sus trabajos y sus avances físicos y matemáticos.

¿Pero entonces podemos comparar la metafísica con la ciencia como una fuente de conocimiento?

A pesar de la pretensiones de la metafísica tradicional, parte principal de la filosofía, de ser el conocimiento esencial del ser humano, ha llegado el momento en el que sus pilares se tambalean, por la ausencia de un método que le de la totalidad de la validez que necesita para ser considerada como foco de conocimiento.
Kant, para resolver este dilema investigará primeramente cuáles son los elementos que hacen que la ciencia sea posible, para así averiguar si también si lo es la metafísica y por tanto cuáles son sus limites; es así como nace la filosofía crítica

De esta forma, Kant introduce en este proceso de elaboración del conocimiento al sujeto como un ente activo en la elaboración del mismo, es decir que al sujeto le es otorgado una función cognitiva, lo que se conoce como giro copernicano.
Aquí Kant lo que intenta expresar es la importancia del ser humano y por tanto de la experiencia para la obtención de unos datos que posteriormente se convertirán en conocimiento a través de una serie de condiciones a priori, que nos ayudarán a dar el paso de lo sensible y fugaz a la universalidad y necesidad.
Por tanto vemos que lo que hace que el conocimiento sea verdadero, es el sujeto y sus características.

Este razonamiento hay que destacarlo, ya que surge como respuesta a la Crítica de Hume sobre el principio de causalidad, porque según éste no existe en la realidad, sino en nuestra mente como una serie de conexiones a partir de unas impresiones que se han formado a base de la repetición de distintos hechos.
Es evidente que la crítica de Hume destrozaba al pilar fundamental de la ciencia, por ello Kant defiende que la ciencia, basada en la naturaleza, experiencia mantiene elementos a priori, o trascendentales que son determinantes para hacer de ella misma una ciencia universal. Luego tanto experiencia como entendimiento y razón son necesarios para la formación del conocimiento; esto es conocido como la síntesis kantiana, uniendo por tanto las bases de los racionalistas y empiristas: “Pensamientos sin contenidos son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas”.

Llegados a este punto, es evidente que la metafísica no es posible como conocimiento, ya que esta al rechazar la experiencia niega toda posibilidad de conocimiento.

¿Pero como se ocupa la filosofía de Kant de cada uno de las fases del conocimiento?

En primer lugar Kant establece la diferencia entre la Estética Trascendental y la Analítica Trascendental.
La Estética Trascendental: se ocupa del primer nivel del conocimiento: la sensibilidad, por tanto ésta estudia la forma en la que el sujeto capta la realidad exterior convirtiéndola en fenómenos, a través de unas condiciones intrínsecas al sujeto: el tiempo y el espacio, las aportaciones a priori del sujeto.
Ahora bien, cabe la pregunta de si es posible conocer la realidad exterior tal y como es; la respuesta es que no, ya que el sujeto que es el que impone las condiciones para establecer un tipo de conocimiento a través de la elaboración de las relaciones de todas las impresiones que recibe, no deja paso a conocer como es en sí la realidad, o lo que llama Kant: noúmenos, es decir la cosa en sí el sujeto como activo del conocimiento jamás la podrá conocer.

Por otro lado la Analítica Trascendental: se ocupa del entendimiento, es decir de cómo éste mediante unos elementos a priori, inherentes a la facultad del entendimiento que son las conocidas categorías: unidad, pluralidad, totalidad, realidad, negación, limitación, inherencia y subsistencia, causalidad y dependencia, comunidad, posibilidad e imposibilidad, existencia y no existencia, necesidad y contingencia; es capaz de comprender lo fenómenos que se le han presentado en el nivel de la sensibilidad y por tanto formar juicios razonados que formarán parte del conocimiento.

Por tanto, queda dicho como se produce el conocimiento universal y necesario, y si aplicamos este mismo proceso a cualquier saber y se establece dentro de los límites establecidos podrá ser considerado como tal.

Por lo que hace a la respuesta de la metafísica, es evidente que no puede funcionar como ciencia, debido a que ésta no se ocupa de cosas que se relacionen con al realidad y la experiencia; esta sólo tiene la pretensión de establecer verdades más allá de lo sensible y eso, como hemos visto, no es posible, ya que se necesita tanto de experiencia como de entendimiento.
Haciendo un breve inciso, el propio Kant, llama metafísica a la totalidad de su filosofía crítica, ya que según palabras del mismo, su propia razón es la que se establece los límites para someterse a la crítica de la misma y por tanto poder elaborar el conocimiento.

Cabe la posibilidad, por otro lado, de que nos preguntemos como Kant sintetiza tanto los fenómenos que recibimos a partir de la sensibilidad y como pasamos a la elaboración de un conocimiento universal y necesario a través del entendimiento, pues bien Kant dice al respecto, que los principios de las ciencias están formados por juicios sintéticos a priori, son sintéticos porque hacen avanzar al conocimiento y son a priori porque son verdaderos y no dependen de la experiencia para ser demostrados (no estoy segura aquí me haga un lío). Y así queda resuelto el problema de Kant sobre qué clases de juicios son los que hacen avanzar a la ciencia y al mismo tiempo son verdaderos.


Finalmente, hemos podido ver los motivos por los cuales Kant afirma que la metafísica no se considera ciencia, en primer lugar porque es un saber que excluye la experiencia como forma de percibir los fenómenos de la realidad, en segundo lugar porque se ocupa de cosas trascendentes, de cosas que no se pueden conocer porque están más allá de la experiencia como las ideas de: alma, mundo y Dios.
Pero sin embargo Kant le atribuye el papel del mundo de los valores, es decir la metafísica como disposición natural de los seres humanos a la hora de realizar preguntas sobre el bien, el mal, el porqué de la existencia del hombre; lo que se conoce como razón práctica.
Pero dejando claro que el verdadero conocimiento siempre se articula entorno al sujeto cognoscente y a las características propias del sujeto: la sensibilidad y el entendimiento; razón teórica o filosofía teórica??

kant por anna

Anna Roca

PAU SEPTIEMBRE 07

LA POSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA COMO CIENCIA SEGÚN KANT

El problema de la metafísica sobre el cuál Kant se cuestiona es su imposibilidad de avanzar de la misma manera que lo hacen otras ciencia, como la matemática y la física. Estas ciencias, especialmente la física, estaban teniendo un gran progreso en el siglo XVIII; en cambio, la metafísica estaba en medio de un caos entre el dogmatismo de los racionalistas y el escepticismo de los empiristas. Es por esto que el ilustrado alemán, trata de averiguar, mediante el análisis crítico de la razón, qué es lo que impide a la metafísica progresar. Pero para ello, deberá primero averiguar cuáles son las características del conocimiento en general, que viene representado por la ciencia, y después, comparar estas condiciones con la metafísica para ver si las cumple y así responder a la pregunta: ¿Es la metafísica una ciencia?

No obstante, antes de desarrollar todo el procedimiento que llevará a Kant a contestar esta pregunta, es preciso realizar algunos matices sobre el término “metafísica”. Puesto que este concepto es de una vital importancia en la filosofía kantiana, adquiere distintos significados, cuatro acepciones diferentes: en primer lugar, en el sentido de metafísica tradicional, la dogmática que se desarrolla al margen de toda experiencia y sin crítica alguna. En segundo lugar, como disposición natural en tanto en cuanto que se ocupa de cuestiones que el ser humano se plantea de forma natural –alma, mundo y Dios. En tercer lugar, es la denominación que el propio Kant da a su sistema filosófico, a su filosofía crítica. Por último, la metafísica como la que se ocupará, cuando Kant responda a la cuestión antes planteada, del mundo de la ética y de los valores. De manera que cuando hablamos de comparar la metafísica con las demás ciencias, hablamos evidentemente de su acepción tradicional.

Pues bien, en el camino de dar respuesta a las pretensiones de la metafísica, el primer paso es analizar que es lo que proporciona validez a la ciencia. En este sentido, es importante tener en cuenta que Kant no analiza la ciencia porque dude de su validez, ya que es evidente que es conocimiento, sino que lo hace para descubrir qué es precisamente lo que le da esa validez.
De esta manera, para descubrir qué es lo que constituye el conocimiento, el filósofo alemán hace una distinción entre dos tipos de juicios según su estructura: juicios analíticos y sintéticos, que a su vez se pueden clasificar en a priori o a posteriori dependiendo del origen de su validez. Así, los analíticos expresan en el predicado una idea que estaba ya contenida en la definición del propio sujeto, de manera que no amplían el conocimiento, pero son necesarios. Por su parte, los juicios sintéticos aportan una información nueva que no se encontraba en el predicado, por lo que amplían el conocimiento y se derivan de la experiencia. Con esto resulta evidente que la ciencia debe estar constituida por juicios sintéticos, pero estos tienen el problema de ser contingentes, lo cual no puede darse en el conocimiento que ha de ser necesario y universal. Por lo tanto, los juicios que forman la ciencia son sintéticos a priori, esto es, amplían el conocimiento y además su validez no depende de la experiencia, por lo que son necesarios y universales.

Según esto, se ve claramente que el conocimiento está formando por una síntesis de dos componentes: la experiencia y las condiciones a priori, trascendentales. Esta es la conocida como síntesis kantiana que unifica la corriente empirista y la racionalista para determinar los dos componentes del conocimiento, pues en palabras del propio Kant, “pensamientos sin contenido son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas”.

Así pues el origen del conocimiento es la experiencia, que pertenece al nivel de la sensibilidad. Pero la experiencia no se concibe como lo hacían lo empiristas, sino que también es una síntesis de dos elementos. Por un lado, están los datos sensibles, que provienen del mundo exterior y que nosotros captamos mediante los sentidos. Por el otro lado, encontramos las condiciones a priori de la sensibilidad, que son el espacio y el tiempo. Estas condiciones las impone el sujeto cognoscente de manera inmediata y lo que hacen es ordenar el conjunto caótico de datos que nos llegan a través de los sentidos, de tal manera que al sujeto le resultaría imposible captar estos datos sin ubicarlos en unas coordenadas espacio-temporales. Estos dos elementos construyen lo que Kant denomina fenómeno, que es lo que nosotros podremos llegar a conocer de la realidad, frente a aquello que nunca llegaremos a conocer por las propias características de nuestro modo de conocimiento: el noúmeno.

No obstante, como hemos apuntado, la experiencia es necesaria pero no suficiente, por lo que es necesario pasar al siguiente estadio de nuestro proceso de conocer: el entendimiento. Este nivel parte del fenómeno que le llega de la experiencia y, de la misma manera que en ésta, el sujeto le aporta unas condiciones a priori. En este caso, las condiciones a priori son las doce categorías en que se clasifican los conceptos que nos permiten entender lo que procede de la experiencia. Esta división en doce categorías se corresponde con los doce tipos de juicios que Kant distingue, ya que los juicios no son más que relaciones entre conceptos. Así, es de estas condiciones a priori que el sujeto aporta de donde proceden la necesidad y la universalidad características de las ciencias y de todo conocimiento. Con esto el filósofo alemán consigue superar las consecuencias de la crítica a la causalidad de Hume, que no era otra que la imposibilidad de un conocimiento universal y necesario, ya que estas características no se encuentran en la experiencia, particular y contingente. El giro que dio Kant y que pasa la imposición de las condiciones del conocimiento del objeto al sujeto trascendental, es lo que se conoce como giro copernicano y supuso un paso importante para la filosofía de la época.

Una vez determinadas las condiciones que cumple toda ciencia, sólo queda compararlas con la metafísica con el objeto de comprobar si las cumple y es una ciencia, o si por el contrario no lo hace y no puede ser considerada como tal. La respuesta es evidentemente negativa: la metafísica no es una ciencia. No obstante, esto no significa que la metafísica deje de ser importante, sino simplemente, que se tendrá que dedicar a otro tipo de menesteres. Kant le encomienda la tarea de ocuparse del mundo trascendente de los valores morales y de las cuestiones que el ser humano se plantea por naturaleza –recordando la acepción de metafísica como disposición natural-, más allá de toda experiencia. Queda, por lo tanto, en el ámbito de la filosofía práctica, dentro del estadio de la razón pura, y se ocupa de lo que son las cosas en sí, los noúmenos, de los cuales no se puede obtener conocimiento alguno, pero sí se puede pensar en ellos. Y aunque la razón sabrá que no le es posible conocerlos, incurrirá una y otra vez en su afán generalizador, en la ilusión trascendental que le hará creer que puede dar respuesta a esas preguntas, y le será inevitable, pues es una disposición natural del ser humano.

Para concluir, Kant responde a la pretensión de la metafísica de establecerse como ciencia con una rotunda negativa que recuerda a la razón la necesidad de fijar sus propios límites, sin pretender obtener conocimiento al margen de la experiencia, así como de realizarse una crítica a sí misma. Así, con su idealismo trascendental y con el importante papel del sujeto en el proceso activo del conocimiento, Kant sentará un precedente para la filosofía, que deberá abandonar los intentos de llegar a conocer la realidad en sí.

Kant: Características del conocimiento científico, por Oscar Requena

En el siglo XVII, época en la que vivió Emmanuel Kant, la ciencia estaba consiguiendo grandes progresos y esto era debido, claro está, a los adecuados procedimientos de que se servía. En este momento la ciencia contaba con personajes de la talla de Pascal, Copérnico o Darwin pero entre ellos destacaba Newton. Todos ellos “revolucionaron” la ciencia (a pesar de que la revolución científica fue antes) y el conocimiento científico fue poco a poco hacia delante y con unos cimientos muy seguros. Es aquí cuando el filósofo alemán se pregunta, ¿Cuáles son esos cimientos sobre los que se sustenta la ciencia? Y aún va más allá: ¿Es posible la metafísica como ciencia? (De esto se ocupará la dialéctica trascendental) Si es así, ¿Por qué hay tanta disputa entre los filósofos? Y si no es así, ¿Qué características o cualidades le faltan? Ante este mar de dudas nuestro filósofo deberá analizar primeramente las características del conocimiento científico.

El problema fundamental de la filosofía kantiana, sin el cual difícilmente Kant hubiese elaborado su obra, es si la metafísica podría lograr emitir juicios tan seguros como lo estaba haciendo la ciencia en esos años. La respuesta es clara y contundente; no, no es posible. Este es el problema que el alemán analizará a lo largo de la Crítica de la Razón Pura (CRP).

El conocimiento en esta época estaba influido por dos corrientes muy distantes entre sí. Una de esas corrientes era el racionalismo. Ésta, que también influyó en gran medida en la mente de nuestro filósofo, defendía a ultranza la capacidad de la mente y la razón para lograr conocimiento ya que, basándose entre otros en Descartes, se creía que la mente humana poseía unas ideas innatas de las cuales provenía todo el conocimiento, incluso el derivado de la moralidad y la fe. Esta “certeza” tan poco argumentada fue la causa de que el racionalismo se volviera dogmático y también fue el punto débil por el cual, la otra corriente, el empirismo, y con ella Locke, había caído en el escepticismo. La poca solidez racionalista llevó a que los empiristas dudasen de la capacidad del ser humano para conocer y llegaran a un escepticismo radical. La metafísica, que era regida por los racionalistas había cometido el mismo error, dejar de lado la experiencia en el ámbito del conocimiento. Fue el primer paso de Kant para reconocer que la metafísica nunca llegaría al conocimiento verdadero. Así es como comenzaba la filosofía crítica y esta crítica sería la vacuna para erradicar el dogmatismo en los racionalistas. Es con este dogmatismo con el que se elabora la metafísica tradicional aunque este no es el único sentido que se le da a la metafísica. También se entiende esta como la tendencia natural de los hombres por conseguir los absolutos, cosa que, como ya dirá Kant cuando hable del giro copernicano, es imposible. El alemán también llama metafísica a la totalidad de su crítica filosófica porque es la propia racionalidad humana la que critica las ansias de la razón. Y por seguir la receta de los racionalistas también es nombrada la metafísica moral, es decir, la que intenta lograr el conocimiento dentro del mundo especulativo de los valores.

Kant establece que el conocimiento debe estar fundamentado u originado en la experiencia aunque no sea esta la única facultad de la que deba disponer ya que “pensamientos sin contenidos son vacíos e intuiciones sin conceptos son ciegas”. En contraposición con lo que los racionalistas llamaban ideas innatas, el filósofo de Alemania piensa que es exigencia de la racionalidad humana que la razón contenga unos elementos a priori, cuya veracidad no dependa de la experiencia, a pesar de que el conocimiento se origine en ella.

Una de las preguntas más importantes que se hace Emmanuel es: si el conocimiento parte de la experiencia que es particular y contingente ¿cómo es posible que el conocimiento pueda llegar a ser universal y necesario como lo lleva siendo en la ciencia? Frente a este problema e inspirado en la revolución de Copérnico y más concretamente en su famoso giro copernicano dirá que son los objetos los que deben someterse a las condiciones de la razón y del sujeto cognoscente y, en consecuencia, no se podrá conocer la cosa en sí o noúmeno sino el fenómeno, que es aquello que podemos percibir del objeto en sí. Esta es la única manera de que el conocimiento siendo experimental sea también universal y necesario. Es decir, la racionalidad humana impone a la ciencia las condiciones a priori de universalidad y necesidad. Todas estas son las condiciones o rasgos propios del conocimiento científico, es decir, las características que estábamos buscando. Pero a este conocimiento se le impone, durante el proceso de formación del mismo, otras condiciones.

El proceso de formación del conocimiento consta de dos fases: la sensibilidad y el entendimiento que, en la filosofía kantiana, se entienden pos la estética trascendental y la analítica trascendental. La sensibilidad impone las condiciones de espacio y tiempo sin los cuales, por supuesto, sería imposible establecer conocimiento alguno. El ser humano, para conocer, emite juicios pero estos no pueden ser infinitos por lo cual Kant los reduce a 12. Los juicios se relacionan con las 12 categorías que son el condicionante que aporta el sujeto en la fase del entendimiento.

Finalizando ya, hemos de destacar de todo lo dicho que las características del conocimiento científico son muy distintas a las de la metafísica y por lo tanto a esta materia, por dejar de lado a la experiencia, solo se le puede atribuir, que no es poco, la tarea de analizar el mundo trascendente y especulativo de los valores. Mientras que la ciencia, al utilizar la experiencia como fundamento del conocimiento, imponerse la razón humana a esta y poner como leyes universales los juicios sintéticos a priori, avanzará con paso firme y sin disputas interiores.


Oscar Requena