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domingo, 24 de abril de 2016

Kant. Texto Prólogo B (Trad. Pedro Ribas) §12

En efecto, según dicha transformación del pensamiento, se puede explicar muy bien la posibilidad de un conocimiento a priori y, más todavía, se pueden proporcionar pruebas satisfactorias a las leyes que sirven de base a priori de la naturaleza, entendida esta como compendio de los objetos de la experiencia. Ambas cosas eran imposibles en el tipo de procedimiento empleado hasta ahora. Sin embargo, de la deducción de nuestra capacidad de conocer a priori en la primera parte de la metafísica se sigue un resultado extraño y, al parecer, muy perjudicial para el objetivo entero de la misma, el objetivo del que se ocupa la segunda parte. Este resultado consiste en que, con dicha capacidad, jamás podemos traspasar la frontera de la experiencia posible, cosa que constituye precisamente la tarea más esencial de esa ciencia. Pero en ello mismo reside la prueba indirecta de la verdad del resultado de aquella primera apreciación de nuestro conocimiento racional a priori, a saber, que este solo se re ere a fenómenos y que deja, en cambio, la cosa en sí como no conocida por nosotros, a pesar de ser real por sí misma. Pues lo que nos impulsa ineludiblemente a traspasar los límites de la experiencia y de todo fenómeno es lo incondicionado que la razón, necesaria y justificadamente, exige a todo lo que de condicionado hay en las cosas en sí, reclamando de esta forma la serie completa de las condiciones. Ahora bien, suponiendo que nuestro conocimiento empírico se rige por los objetos en cuanto cosas en sí, se descubre que lo incondicionado no puede pensarse sin contradicción; por el contrario, suponiendo que nuestra representación de las cosas, tal como nos son dadas, no se rige por estas en cuanto cosas en sí, sino que más bien esos objetos, en cuanto fenómenos, se rigen por nuestra forma de representación, desaparece la contradicción. Si esto es así y si, por consiguiente, se descubre que lo incondicionado no debe hallarse en las cosas en cuanto las conocemos (en cuanto nos son dadas), pero sí, en cambio, en las cosas en cuanto no las conocemos, en cuanto cosas en sí, entonces se pone de manifiesto que lo que al comienzo admitíamos a título de ensayo se halla justificado. Nos queda aún por intentar, después de haber sido negado a la razón especulativa todo avance en el terreno suprasensible, si no se encuentran datos en su conocimiento práctico para determinar aquel concepto racional y trascendente de lo incondicionado y sobrepasar, de ese modo, según el deseo de la metafísica, los límites de toda experiencia posible con nuestro conocimiento a priori, aunque sólo desde un punto de vista práctico. Con este procedimiento, la razón especulativa siempre nos ha dejado, al menos, sitio para tal ampliación, aunque tuviera que ser vacío. Tenemos, pues, libertad para llenarlo. Estamos incluso invitados por la razón a hacerlo, si podemos, con sus datos prácticos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Voy a comentar un texto de Kant situado en el prólogo B.
En la primera línea, el autor hace referencia a "dicha transformación de pensamiento" al "giro copernicano" que él mismo hizo que consiste como explicaré a continuación en el giro de la visión del conocimiento. Seguidamente, Kant afirma que al realizar este giro todas las piezas encajan. Hasta la línea cuatro el autor explica que gracias al "giro copernicano" podemos conocer los objetos mediante el uso de nuestras condiciones a priori, y de la experiencia. Hasta entonces, habían existidos dos corrientes filosóficas (empirismo y racionalismo) que afirmaban que eran incompatibles e independientes la razón con la experiencia. Hasta la línea diez, el autor expone el problema que hay con la metafísica ya que no se puede hacer ciencia con ella porque trata temas trascendentes que van más allá de la experiencia. Hasta la línea 14, Kant afirma que nuestras condiciones a priori en el "giro copernicano" nos permiten conocer nuestra limitada realidad (fenómeno) pero siendo conscientes de que la realidad en sí sigue existiendo (noúmeno) pero inalcanzable para los seres humanos. Seguidamente, el autor explica el por qué intentamos traspasar nuestros límites de conocimiento y es porque en nuestra condición humana nos preguntamos temas transcendentes como, por ejemplo, la existencia de Dios. Nuestra razón exige una respuesta y de aquí se ha derivado el error, según Kant, del conocimiento. De la línea 17 a la 23 Kant explica que si en vez de determinar el conocimiento del sujeto por el objeto, se determina el conocimiento del objeto por la estructura del sujeto es posible incluir elementos a priori en el conocimiento del objeto, y en caso contrario no.Las diez últimas líneas el texto plantea si existe un acceso racional a lo suprasensible (aquello que está más allá de la experiencia). Kant declara su respuesta negativa a esta cuestión, en lo que se refiere a la razón teórica, cuyo resultado es el conocimiento científico. Queda,por tanto, plantear la misma cuestión en lo relativo a la razón práctica,encargada de determinar nuestros deberes morales: ¿puede ésta sobrepasar“los límites de toda experiencia sensible”? Sin llegar a contestar a esta cuestión, lo que se hará en obras posteriores, el autor muestra que este acceso es posible en cuanto que la razón teórica deja un espacio libre(aquello que no es capaz de conocer, pero sí de pensar y por tanto de admitir como posible), que espero sea llenado por el conocimiento práctico.
En conclusión, el "giro copernicano" de Kant consiste en un nuevo enfoque del conocimiento siendo el principal personaje el sujeto que con sus limitados condiciones conoce al objeto.