Sin embargo, si por algo se conoce a Hume es por su famosa ley de causalidad, la cual explica con un ejemplo de una mesa de billar.
Cuando golpeamos una bola de billar con el palo en dirección hacia otra bola, nuestra mente ya supone que cuando dicha bola que golpeas golpee a la otra, ésta otra necesariamente empezará a desplazarse. Lo que estamos haciendo es crear una conexión necesaria, es decir, si hago golpear una bola contra otra, ésta última se desplazará. No obstante, Hume explica que no existe ningún tipo de conexión necesaria ya que lo único que observamos es la sucesión entre el movimiento de la primera bola y el movimiento de la segunda, y de lo único que tenemos impresión es de la idea de sucesión, pero por ninguna parte aparece una impresión que corresponda a la idea de conexión necesaria, por lo que hemos de concluir que la idea de que existe una dicha conexión entre la causa y el efecto es una idea falsa. O dicho de otra manera; se observó que el metal se dilata con el calor, con lo cual se estableció una ley la cual decía justo eso, pero, ¿hemos probado eso con todos los metales habidos y por haber? La respuesta es no, o en todo caso un buen “no sé”. Esto puede saber a poco, pero como he dicho antes, Hume propuso varias ideas y teorías, en las cuales podría decirse que se centraba en la naturaleza humana, es decir, en sus actos y juicios, diciendo que los principios morales no podían justificarse intelectualmente, ya que la adición de unidades de utilidad no proporcionan la forma de llegar a la verdad moral.
Por todo esto y mucho más, este famoso escocés debería tener una calle, ya que “toda cualidad del espíritu que es útil o agradable a la propia persona o a otras, proporciona un placer al espectador, suscita su estimación y es admitida bajo la honrosa denominación de virtud o mérito."
Soraya Alite Hernández (1ºBachillerato Humanístico)
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