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viernes, 6 de marzo de 2009

Una calle para David Hume, por Soraya Alite



David Hume es conocido básicamente por su importante papel en la filosofía, pero además de filósofo, el escocés también fue economista e historiador. Sin embargo, no solo se merecería una calle por ser un hombre tan polifacético y con amplios conocimientos, sino porque es considerado uno de los personajes más importantes de la filosofía occidental y de la ilustración en el siglo XVIII. Hume, influenciado por pensamientos como los de Locke, Hobbes e incluso Newton, llegó a ser tan importante para la cultura occidental que incluso influyó a grandes mentes como Charles Darwin o Arthur Schopenhauer gracias a sus teorías y problemas como el de la diferencia entre idea e impresión, donde nos dice que todo el conocimiento humano es proporcionado por los sentidos, a través de los cuales podemos intuir una impresión de la cual somos conscientes cuando la pensamos y que las ideas, por otro lado, serían aquellas cosas de las que no podemos tener impresión, ya que no podemos percibirlas con los sentidos, como Dios o el alma. A su vez, Hume postula muchas más teorías e ideas, como la teoría del yo, el utilitarismo, el instrumentalismo, el método inductivo… en las cuales habla tanto de temas filosóficos como psicológicos, éticos, económicos, religiosos, etc.

Sin embargo, si por algo se conoce a Hume es por su famosa ley de causalidad, la cual explica con un ejemplo de una mesa de billar.

Cuando golpeamos una bola de billar con el palo en dirección hacia otra bola, nuestra mente ya supone que cuando dicha bola que golpeas golpee a la otra, ésta otra necesariamente empezará a desplazarse. Lo que estamos haciendo es crear una conexión necesaria, es decir, si hago golpear una bola contra otra, ésta última se desplazará. No obstante, Hume explica que no existe ningún tipo de conexión necesaria ya que lo único que observamos es la sucesión entre el movimiento de la primera bola y el movimiento de la segunda, y de lo único que tenemos impresión es de la idea de sucesión, pero por ninguna parte aparece una impresión que corresponda a la idea de conexión necesaria, por lo que hemos de concluir que la idea de que existe una dicha conexión entre la causa y el efecto es una idea falsa. O dicho de otra manera; se observó que el metal se dilata con el calor, con lo cual se estableció una ley la cual decía justo eso, pero, ¿hemos probado eso con todos los metales habidos y por haber? La respuesta es no, o en todo caso un buen “no sé”. Esto puede saber a poco, pero como he dicho antes, Hume propuso varias ideas y teorías, en las cuales podría decirse que se centraba en la naturaleza humana, es decir, en sus actos y juicios, diciendo que los principios morales no podían justificarse intelectualmente, ya que la adición de unidades de utilidad no proporcionan la forma de llegar a la verdad moral.

Por todo esto y mucho más, este famoso escocés debería tener una calle, ya que “toda cualidad del espíritu que es útil o agradable a la propia persona o a otras, proporciona un placer al espectador, suscita su estimación y es admitida bajo la honrosa denominación de virtud o mérito."

Soraya Alite Hernández (1ºBachillerato Humanístico)

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