SUSANA GOLF Un libro con título de bolero...
Me lo regaló una señora en la panadería. Me dijo que su vida habría cambiado mucho si alguien le hubiera dicho ven. Yo tenía otro, «Amar se conjuga en pasado». Pero la señora de la panadería me cautivó.
Veo que en la novela vuelca todo lo que ha ido recogiendo en su mochila vital.
El protagonista busca doce perlas al año. Yo también.
¿Cuántas lleva encontradas este año?
Llevo pocas. Me gustó mucho la idea de poder poner perlas reales y dárselas a mi protagonista. Las personas que describo existen, yo las conocí. Como el hombre que lleva el saco de boxeo lleno de cosas de personas que conoció y se abraza a él y baila con él. Hasta la frase del inicio «Cuando ya crees que tienes todas las respuestas va el universo y te cambia todas las preguntas» es de una perla mía.
El protagonista es un buscador de niños perdidos pero el que está perdido es él.
Sí, le deja su novia y se queda bastante huérfano de camino y de rumbo y ha de volver a su infancia, buscar sus perlas de adolescencia y de niñez, volver a las raíces para que el tronco sea más fuerte.
Y usted ¿ha estado también perdido?
Sí, cuando pasas momentos de gran auge te pierdes. Yo, cuando me curé del cáncer, fue un impacto de perder el rumbo. Pasa muy a menudo. Como el que vuelve de una guerra, de Vietnam.
El libro está lleno de símbolos: el saco de boxeo, las islas, los faros...
Yo creo en la sensación de que los objetos, las islas, pueden tener vida, esto que dice un personaje estar vivo es dar vida. Quería hacer un personaje que le hubieran contado cosas muy maravillosas y, en el momento de estar perdido, todas tuvieran un sentido.
Sus personajes son diferentes.
Yo creo que el desconocido es tu gran aliado, que la gente más importante de tu vida todavía no la has conocido. Y es importante la diferencia.
Muchas de sus vivencias proceden de los hospitales.
Sí, tuve tres cánceres y perdí una pierna y fui feliz.
¿Fue feliz?
Sí, fui feliz, el balance final es muy positivo. Yo siempre digo que las pérdidas son ganancias con el tiempo siempre que hagas el duelo. Creo que hay que contar estas historias para que la gente que está en el hospital tenga también héroes. Pierdes muchas cosas, pero también el miedo a la muerte. En el hospital teníamos un pacto de vida: teníamos que vivir la vida de la gente que moría y me tocó vivir 3,7 vidas más la mía. Tengo la sensación de estar viviendo tiempo extra. El día que te cortan la pierna no estás feliz, pero yo no tengo la sensación de que eso me limite. No darme cuenta de la suerte que tengo sería traicionar las vidas que llevo dentro.
En Levante
Me lo regaló una señora en la panadería. Me dijo que su vida habría cambiado mucho si alguien le hubiera dicho ven. Yo tenía otro, «Amar se conjuga en pasado». Pero la señora de la panadería me cautivó.
Veo que en la novela vuelca todo lo que ha ido recogiendo en su mochila vital.
El protagonista busca doce perlas al año. Yo también.
¿Cuántas lleva encontradas este año?
Llevo pocas. Me gustó mucho la idea de poder poner perlas reales y dárselas a mi protagonista. Las personas que describo existen, yo las conocí. Como el hombre que lleva el saco de boxeo lleno de cosas de personas que conoció y se abraza a él y baila con él. Hasta la frase del inicio «Cuando ya crees que tienes todas las respuestas va el universo y te cambia todas las preguntas» es de una perla mía.
El protagonista es un buscador de niños perdidos pero el que está perdido es él.
Sí, le deja su novia y se queda bastante huérfano de camino y de rumbo y ha de volver a su infancia, buscar sus perlas de adolescencia y de niñez, volver a las raíces para que el tronco sea más fuerte.
Y usted ¿ha estado también perdido?
Sí, cuando pasas momentos de gran auge te pierdes. Yo, cuando me curé del cáncer, fue un impacto de perder el rumbo. Pasa muy a menudo. Como el que vuelve de una guerra, de Vietnam.
El libro está lleno de símbolos: el saco de boxeo, las islas, los faros...
Yo creo en la sensación de que los objetos, las islas, pueden tener vida, esto que dice un personaje estar vivo es dar vida. Quería hacer un personaje que le hubieran contado cosas muy maravillosas y, en el momento de estar perdido, todas tuvieran un sentido.
Sus personajes son diferentes.
Yo creo que el desconocido es tu gran aliado, que la gente más importante de tu vida todavía no la has conocido. Y es importante la diferencia.
Muchas de sus vivencias proceden de los hospitales.
Sí, tuve tres cánceres y perdí una pierna y fui feliz.
¿Fue feliz?
Sí, fui feliz, el balance final es muy positivo. Yo siempre digo que las pérdidas son ganancias con el tiempo siempre que hagas el duelo. Creo que hay que contar estas historias para que la gente que está en el hospital tenga también héroes. Pierdes muchas cosas, pero también el miedo a la muerte. En el hospital teníamos un pacto de vida: teníamos que vivir la vida de la gente que moría y me tocó vivir 3,7 vidas más la mía. Tengo la sensación de estar viviendo tiempo extra. El día que te cortan la pierna no estás feliz, pero yo no tengo la sensación de que eso me limite. No darme cuenta de la suerte que tengo sería traicionar las vidas que llevo dentro.
En Levante
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