"Al que al cielo escupe, en la cara le cae". Creo que este
refrán expresa perfectamente lo que significa la cortesía.
En la vida uno va a recibir lo que ha dado. Si tratas mal
a la gente, ellos te tratarán mal a ti.
Hoy en día, el mundo está más globalizado que nunca,
y a lo largo de una vida es fácil visitar varios países y
culturas y conocer a personas de muchos y variados
niveles sociales. Estar informado sobre los usos y
costumbre de ellos es básico para poder relacionarnos
con cierta soltura, pero además el ser cortés y educado
con los demás nos abrirá muchas puertas y nos facilitará
una relación cordial con la gente.
Imaginemos que un japonés visita nuestro hogar con
motivo de un intercambio escolar o cultural. Conoce poco
nuestro idioma y, evidentemente, nosotros menos el suyo.
Nuestros gestos, si son afables o no, nuestra cordialidad
y otras normas de cortesía harán que la relación sea más
fluida y amistosa a pesar de las dificultades lingüísticas.
Por el contrario, una cara adusta, seria, malos modos y
alzar demasiado la voz para intentar explicarnos, crearán
una barrera infranqueable entre nosotros dos.
Con la gente de nuestro entorno, tanto familiar como
escolar como amistades, existe una familiaridad que
hace que pasemos por alto -o interpretemos de otra
manera- algunas normas básicas de urbanidad y que
ellos disculpan porque nos conocen, pero si intentáramos
aproximarnos a un niño con estos modos, seguramente
nos rechazaría.
Una palabra amable, un "gracias", un "por favor", hacen
más llevadera nuestra relación social e indican a los demás
la manera en que nos han de tratar a nosotros. Al fin y al cabo,
quizás la pregunta debería ser: ¿por qué no ser cortés?
Por LORENA MARTÍNEZ, 1º Bach
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