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miércoles, 2 de abril de 2008

Cine: Abre los ojos VS Vainilla Sky, por Clara Monzó















Ya que empezamos un nuevo trimestre, en realidad bimestre, toca recuperar el blog, que lo tenemos abandonado al pobre…y, de paso, que quede demostrado que también sé hacer críticas positivas.


Así que, para tampoco andarnos tan pronto con filosofía, aquí ofrezco un comentario sobre Abre los ojos, esa gran película de Amenábar que, espero, muchos ya habréis visto.
Antes de adentrarme en el argumento os adelanto que es de ese tipo de películas que cuantas más veces ves mejor encaja la trama. La vi anteayer, y sólo os diré que prácticamente no he podido dormir. Cada vez que estaba consiguiendo soñar con florecillas, arco iris, y un gran mundo rosa, me venía a la cabeza la imagen de una prótesis facial terriblemente bien hecha y la frialdad de un psiquiátrico penitenciario. Escalofriante.

La historia tiene tantos flash-back fragmentados que, horas después de acabarla me sorprendía a mí misma diciendo en voz alta “aaah, por eso ella…”, y se van ordenando lentamente las escenas, aunque desde luego el cerebro no deja de darle vueltas al asunto.
Para intrigaros aunque sea vagamente, el argumento trata de un chico la mar de atractivo (Eduardo Noriega) que tiene éxito, se divierte con ello, y a lo demás no le da demasiada importancia. En un “accidente de coche” se desfigura la cara –mucho- sin mejora posible porque sus tejidos ya están dañados. A todas estas la noche antes del accidente conoce a una chica mona (Penélope Cruz) por la que se siente intrigado. Y, en medio de todo esto, el caos, escenas en las que se despierta como si nada hubiese ocurrido y espejos que le muestran su reflejo como deforme. Una mezcla entre Calderón y, por supuesto, Descartes, aquello de la vigilia y el sueño…seguro que Renato había visto la película.

Es una película redonda, que encaja perfectamente, de las que se nota que el guionista no ha escupido el guión en el intermedio del Diario de Patricia. Al principio, la interpretación de Noriega y Fele Martínez queda algo forzada, pero luego saben conseguir que te sientas ellos mismos, una escalofriante empatía. Dejando de lado la mítica escena de la Gran Vía de Madrid completamente desierta, lo mejor del film es que, a pesar del aparente surrealismo, es un argumento creíble, y tanto. Así, el amor no es hollywoodiense, no es palpable de la noche a la mañana, sino sutil, una atracción entre los personajes que necesita tiempo en la fragua, una relación identificable y real.
Una profundidad psicológica muy bien llevada encuadrada en un trasfondo con tintes grises, como si percibiéramos cada movimiento desde detrás de un visillo.
Todo esto, cómo no, se encargan los americanos de destripar en el más que desafortunado remake Vanilla Sky. Tom Cruise interpreta el papel de Noriega y Penélope Cruz sigue en el reparto. La conclusión que se extrae de comparar ambas grabaciones es que los USA temen a la realidad, a lo crudo, a aquello que duele sin necesidad de dramatismo. Empezando porque el rostro que en la anterior provocaba náuseas se presenta en ésta como un Cruise feo. La nueva película se relata con un toque edulcorado que no deja lugar a sutilezas. La historia se presenta cronológicamente, esconde los detalles con cierto morbo y de algún modo el director se las ingenia para que nada caiga en la agradecida ambigüedad que da posibilidad al espectador de sacar sus propias conclusiones. Se desgrana todo en bandeja, explicando cada detalle, exagerando los sentimientos mediante el seguimiento de miraditas y primeros planos con la cámara.
Frente la vitalidad y el desasosiego que produce la de Amenábar, la americana resulta una producción artificial, impersonal y terriblemente banal.
Así que yo prefiero seguir devanándome los sesos con la primera y os recomiendo vivamente que, vale, no os la compréis, pero bajarla vale la pena, al menos demuestra que existe cine diferente (y encima autóctono) llamémoslo suspense inteligente.
Pero aviso: no da miedo, da que pensar.

Clara Monzó, 2ª Bach.

2 comentarios:

Oscar Fernández dijo...

Muy bueno, Clara. Yo la de vainilla (después de lo que dices) no la he visto, así que no puedo entrar en la comparación.
De Abre los ojos tengo un recuerdo muy chulo. Noriega no termina de convencerme y Pe tampoco (no lo digo entendiendo de cine, sino aclarando los prejuicios que sé que tengo y me impiden ver "la realidad de forma objetiva") y sí que me parecía también que había algo de interpretación forzada al principio.
Pero según va avanzando la historia sí que te va atrapando. El engranaje está pero que muy bien construido, te atrapa y te destroza.
En definitiva -y voy a lo que dije que para mí había sido muy chulo-, la peli al final muy bien y lo mejor, tras el comienzo lento y el acelerón constante de momentos, el tercer tiempo (como en rugby): la vuelta de camino a casa con mi hermano pequeño destripando cada momento con el.. "¿Y entonces por qué.." "Pero cuando..."
Un momento muy chulo. Gracias Amenabar, gracias Nahúm, gracias Clara por recordármelo.

PD: Clara, miré un momento en la Wikipedia para repasar la obra de Amenabar y, en relación a Abre los ojos menciona una novela con la que puedes flipar un poco: Ubik, de Ph.K.Dick. Si te ha gustado Abre los ojos, coge esa novela y abróchate el cinturón.

Anónimo dijo...

por si alguien se pasa por aquí: os acordáis de Pelayo, el amigo feo-atractivo que intenta ligarse a Penélope? no? pues me da igual, porque acabo de hacerme una foto con el y me ha firmado el libreto de la obra. Fele Martínez, por si suena más´. pero qué gran actor!!xD