CARMEN PÉREZ-LANZAC - El País Madrid - 04/01/2009
297, 294, 291, 288... Cuando le entran ganas de meterse una raya, Alberto cuenta hacia atrás de tres en tres. O piensa en el arroyo del pueblo de sus abuelos, en el sonido del correr del agua... Es el gran reto de las miles de personas que intentan dejar la cocaína cada año (22.000 el año pasado sólo en la red pública): controlar el deseo irrefrenable de meterse una raya.
Los expertos usan el término inglés, craving, porque no encuentran otro que describa tan claramente el ansia desmedida por consumir cocaína, la droga más adictiva y con más recaídas. "Es la que más aumenta el flujo de dopamina, la que más altera el cerebro", explica Diego Urgelés, coordinador médico del Centro de Asistencia Integral al Cocainómano (CAIC), de la Agencia Antidroga de Madrid. "La heroína da más placer, pero no modifica tanto las estructuras cerebrales. Cuando una persona se enfrenta a una intersección de opciones siempre elige la que asocia con la dopamina, por eso es tan difícil dejar la cocaína. Si te estuvieran dando martillazos en la cabeza mientras la consumes, te acabaría gustando". Leer más
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