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sábado, 27 de diciembre de 2008

Hermano islam


FRAGMENTO LITERARIO: LECTURA

Juan José Tamayo El País - 27/12/2008

Juan José Tamayo, teólogo y escritor, propone en 'Islam. Cultura, religión y política' una revisión de los prejuicios occidentales. Ni intolerante ni peligrosa, la musulmana es una religión que hay que conocer y con la que se debe dialogar

En el imaginario social y religioso de Occidente ha calado la idea de Samuel Huntington de que el islam es "la civilización menos tolerante de las religiones monoteístas". Estamos ante un estereotipo que constituye uno de los obstáculos más serios para el diálogo interreligioso, junto con el desconocimiento que unas religiones tienen de las otras, incluso entre sectores cultos. Las descalificaciones son tanto más gruesas y viscerales cuanto mayor es el desconocimiento mutuo. Los prejuicios sustituyen a las descripciones objetivas. Las opiniones, muchas veces infundadas, se elevan a la categoría de axiomas. Las certezas se refuerzan cuanto más crasa es la ignorancia. A la hora de juzgar y valorar a las otras religiones no se suele partir de análisis y estudios rigorosos, sino de estereotipos o versiones interesadas que terminan por deformar el sentido profundo de la religión o por ofrecer una caricatura de la misma. Vamos a ver algunos de esos estereotipos en relación con el islam, que dificultan un acceso sereno al mismo e impiden una relación desprejuiciada con los creyentes de esa religión. (leer más para ver respuestas a las siguientes preguntas:)

1. ¿Religión fundamentalista?
2. ¿El yihad, sexto pilar del islam?
3. ¿Religión patriarcal?
4. ¿Ilustración o retraso cultural?
5. ¿Amenaza contra la democracia?
6. ¿Una religión uniforme?
7. Guerra y paz

Islam. Cultura, religión y política. Editorial Trotta. Precio: 22 euros. Publicación el 12 de enero de 2009.

4 comentarios:

Pascual González dijo...

En mi modesta opinión, un artículo donde califica las caricaturas danesas de Mahoma "un uso irresponsable de la libertad de expresión" merece el desprecio de cualquier amante de la libertad política. Más aún teniendo en cuenta el surtido de amenazas que generó contra los dibujantes y los editores de las mismas.

Creo que en estos casos si valoramos la democracia debemos ponernos a favor de la libertad, que no es lo que precisamente hace Tamayo. Después de todo, la democracia y la Ilustración no se entienden, al menos desde el siglo XVIII sin la sátira y la caricatura.

El artículo de JJ Tamayo me paece de lo más lamentable. Vestido con ropajes multiculturalistas, eso sí.

Anónimo dijo...

Un artículo despreciable, digno de un teólogo...

Anónimo dijo...

No admito diálogos con fanáticos como Rouco u otros católicos (porque no son posibles), y queréis que admita diálogos con tipos que pretenden, por ser mujer, cubrirme la cabeza y/o la cara, encerrarme en casa y privarme de mis derechos. ¿Estáis locos? ¿O es que por ser hombres sois insensibles a la situación de la mujer en esos países, consentida por ellas mismas gracias a un lavado de cerebro?

¿Como podéis hablar de tolerar a quien mata a la gente sólo por criticar sus creencias? La Iglesia católica es una asociación infumable, pero al menos no va asesinando gente por hacer un corto de 11 minutos. Es vergonzoso que un sacerdote o un profesor de filosofía no condenen abiertamente los asesinatos que se nombran en el artículo como de pasada. Pareciera que pensáis que lo merecen. Eso era la Inquisición, pero ya la vencimos. ¿Ahora la consentís en el Islam? ¿Dónde quedó vuestra moralidad?

Oscar Fernández dijo...

Me sorprenden los tres comentarios anteriores. He vuelto a leer con más detenimiento el texto de Tamayo por si había entendido algo mal, pero al leerlo más despacio me ha parecido mejor aún.

Por supuesto que considero que lo que sucedió a partir de las caricaturas y el papel de la mujer en el islam son del todo inaceptables.

Pero es asunto es que el texto no está defendiendo esto -el primer párrafo lo dice con toda claridad- sino que nos está recordando dos requisitos previos para que pueda haber diálogo: 1º no malinterpretar y 2º que acepte la posibilidad de que mi interlocutor pueda tener razón. En caso contrario cualquier pretendido diálogo es ficticio y para ello no hacen falta muchas lecciones de hermenéutica o razón dialógica.

En temas como el que tratamos se juntan los estereotipos con las emociones, con resultados catastróficos. Por eso me parece tan interesante el texto al que nos referimos, pues, sin dejar de criticar, apunta precisamente a esas dos cuestiones.

Creo que eso no tiene nada que ver con "ropajes multiculturalistas" ni con ninguna pérdida de la moralidad. Está diciendo que la única manera de entendernos es hablando, pero en serio. Dialogar no es imponer al otro mi propia perspectiva, sino aprender de la suya. ¿No decía el viejo Sócrates que el ganador de una discusión es el que estaba equivocado, porque había ganado algo?

Un saludo.