(P.A.U. JUNIO 1992)
La Verdad consiste, para Platón, en el conocimiento de todas las Ideas, que son la esencia de las cosas, aquello que existe real y únicamente; así como la correlación que hay entre ellas y la que se da entre éstas y los objetos que las imitan. En la filosofía platónica y debido a su teoría del filósofo-gobernante que más adelante trataremos, tan solo los filósofos pueden gobernar debidamente la ciudad, puesto que son los únicos que conocen las Ideas y por ello, la Verdad. Por lo tanto existe una relación de necesidad entre el conocimiento de la Verdad y el gobierno de la ciudad, de manera que lo segundo no se pude dar sin que antes se dé lo primero.
En lo que concierne a la teoría del filósofo-gobernante anteriormente citada, es la propuesta política de Platón frente a unos estados que “están sin excepción mal gobernados”. El enfrentamiento de Platón con el régimen político vigente en Atenas, la democracia, que había condenado injustamente a muerte a su maestro Sócrates, así como su disconformidad con la oligarquía del gobierno de los Treinta tiranos; lo llevan a proponer su propio sistema de gobierno: una aristocracia gobernada por los mejores, a saber los filósofos. Esto se debe a que, así como en un navío no dejaríamos que cualquiera tomase el timón, sino sólo el capitán; así no podemos dejar que cualquiera gobierne la ciudad, tan solo aquellos que saben cómo hacerlo, y estos son los filósofos. Bajo esta postura (sic), subyace la teoría platónica de las Ideas, ya que los filósofos son los únicos que pueden llegar al conocimiento de éstas para después gobernar la ciudad siguiendo su modelo eterno. De esta manera, cuando el filósofo conozca la Idea de Justicia y la Idea de Bien, gobernará la ciudad justamente. Esto se debe a que, por influencia del intelectualismo moral socrático, la virtud viene dada por el conocimiento, de tal modo que si alguien no actúa bien, no lo hace a sabiendas, sino por desconocimiento.
No obstante, no todos los hombres pueden llegar a ser gobernantes, sino tan solo aquellos que tienen más desarrollada la parte racional del alma, controlando a las otras dos partes, la irascible y la apetitiva. Además, cada una de las partes debe desarrollar su virtud propia; así la racional desarrollará la inteligencia, la irascible la valentía y la apetitiva la moderación. Sólo estos ciudadanos podrán llegar a gobernar con Justicia tanto la ciudad como sus propias vidas. Y aquellos que estarán más capacitados para desarrollar la parte racional son los que pertenecen a la clase social de los guardianes, los que tienen como predominante la parte irascible; y lo estarán tras llevar a cabo un largo y complicado proceso de educación.
La educación de los futuros filósofos tiene como finalidad el conocimiento de las Ideas y la aplicación de éstas a los asuntos humanos. Para llegar a dicho conocimiento es necesario dejar de lado todo lo material, de lo cual no se puede obtener ningún tipo de conocimiento puesto que es imperfecto y está en cambio constante, y que corrompe al alma impidiéndole el conocimiento de lo que verdaderamente existe, las Ideas. Para esto hay que despreciar los sentidos, ya que solamente nos aportan informaciones erróneas sobre las cosas materiales, y centrarse en el uso de la razón, único instrumento verdadero de conocimiento. Esta tarea no resulta fácil en absoluto, por lo que no se puede pasar directamente a la dialéctica, única ciencia que permite llegar al conocimiento de las Ideas, sino que es necesario pasar antes por una serie de disciplinas propedéuticas, las distintas enseñanzas matemáticas.
Las cinco disciplinas matemáticas -aritmética, geometría plana, geometría de volúmenes, astronomía y armonía- cultivadas adecuadamente, sirven para ayudar al alma a alejarse de lo sensible y a familiarizarse con el pensamiento abstracto y racional. No obstante, se encuentran por debajo de la Dialéctica, esta insuficiencia viene determinada por una parte por el hecho de que, aunque su objeto de estudio se encuentra en el mundo inteligible, los que se dedican a ellas necesitan de lo sensible para entenderlas; y más importante que esto, por el método que se emplea. Dicho método partir de una serie de hipótesis no cuestionadas, consideradas como axiomas y en esto radica su insuficiencia, porque de este modo no pueden llegar a conocer lo que existe sino simplemente “soñar” con ello. Es por esto por lo que las matemáticas y los objetos matemáticos ocupan un lugar inferior epistemológica y ontológicamente hablando en el. Símil de la línea.
Una vez superado el conocimiento de las disciplinas matemáticas, se puede acceder ya a la Dialéctica, la cual consiste en formular una serie de hipótesis que deben ser cuestionadas por la razón, hasta alcanzar una hipótesis verdadera y con ella el conocimiento de una Idea; para luego ir conociendo todas las demás hasta llegar a la Idea suprema de Bien. Es en esto en lo que consiste la Dialéctica ascendente. Pera cuando ya se han conocido las Ideas, la relación entre ellas y con las cosas que las copian imperfectamente, el ya filósofo no puede quedarse en el mundo inteligible, el exterior en el Mito de la caverna; sino que ha de regresar al Mundo de lo sensible, al interior de la caverna, para ocuparse del gobierno del Estado, y renunciando al placer personal que le supondría quedarse contemplando las esencias. Según esta concepción estatalista, Platón antepone el bien del Estado al bien individual. Con todo esto, el filósofo-gobernante ya podría gobernar justamente tanto el Estado como su vida personal, permitiendo que los ciudadanos desarrollen sus virtudes y sean hombres felices.
Anna Roca
-> Fijaros como aquí Anna cae un poquito en la tentación de dar información y descuida a veces el hilo conductor. Ojo que esta crítica es ya de nivel, pues es cuestión de hacerse al tipo de examen. La estructura impecable, muy claro al principio y, tras haber tocado los temas importanten, recapitulando al final. Muy bien, Anna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario