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lunes, 3 de marzo de 2008

Método y razón en Descartes, por Clara Monzó

Ambos conceptos, razón y método, llegan a confundirse cuando se trata de Descartes. Esto es así, en primer lugar, porque Descartes estrena el período racionalista de la filosofía moderna en el siglo XVII. De este modo, es lógico concebir que la “razón” juegue un papel fundamental en sus preceptos y, precisamente en torno a ella, elaborará su célebre método.

El problema que encara el filósofo y el objetivo que perseguirá es llegar a una verdad indiscutible, algo que sea absolutamente cierto y que no admita posibilidad de duda. Cabe decir que, por lo que respecta al contexto histórico, durante el renacimiento se había producido un retorno a los clásicos y a las corrientes escépticas. Descartes se enfrenta a éstos con el fin de encontrar una verdad en medio de una época de crisis.

El camino que emprende para dicho hallazgo, se basa, precisamente, [como no podía ser de otra manera] en la duda. Sin embargo, hay que distinguir entre la duda sistemática de los escépticos y la cartesiana, la metódica. Como su propia etimología indica (del griego metá-odós: camino-hacia) se valdrá de la duda, aplicada de forma meditada y fundamentada, para llegar a una verdad. Dicho método esta constituido por cuatro pasos: la evidencia, según la cual, no hay que precipitarse en aceptar algo como verdadero y, al mismo tiempo, tampoco recelar de ello en exceso. El segundo paso es el análisis de los problemas hasta que queden divididos a ideas simples aptas para aprehender. El tercero lo constituye la síntesis, mediante la cual, a partir de lo simple se llega, de forma ordenada, a lo complejo. Por último, la enumeración permite hacer recuentos y revisiones de los dos pasos anteriores con el fin de constatar que no se ha omitido nada.

Puede advertirse cómo, para la elaboración del método, se basa en conceptos matemáticos y cabe recordar en este punto su interés por las matemáticas y los tratados de física; hecho que influirá, además, en su concepción mecanicista del mundo. Asimismo, ya que no sabe a ciencia cierta el tiempo que le llevará alcanzar la verdad, elabora una moral provisional, que rigiera su comportamiento durante ese período de tiempo. [Muy elegante la referencia.]

Establecido este principio, Descartes decide poner en duda todo aquello de lo que sea posible dudar. Así, empieza por cuestionar la fiabilidad de los sentidos ya que, como a través de ellos percibimos el mundo material, puede que seamos víctimas de, por ejemplo, ilusiones ópticas. Llega a dudar, incluso de la existencia de las propias cosas, de la realidad material ya que cabe la posibilidad estar confundiendo la vigilia, esto es, la propia realidad, con un sueño. En otra de sus obras [-las Meditaciones Metafísicas-] pondrá en duda los razonamientos matemáticos a través de la llamada duda Hiperbólica o del Genio Maligno.

Finalmente, llega a la verdad que buscaba, a través del propio concepto de duda, de modo que, el hecho de dudar indica que se está pensando y, si se piensa, se es. Llegamos pues al célebre enunciado de Descartes cogito ergo sum, que expresa la simultaneidad necesaria entre el pensamiento y la existencia.

A partir de esta verdad, el filósofo elabora un criterio de verdad de modo que aquellas cosas que cumplan los requisitos de distinguirse de forma clara y distinta serán verdaderas. Al mismo tiempo, en consonancia al cogito se define a sí mismo como res cogitans, es decir, como a sustancia pensante.

No obstante, este hecho lo coloca frente a una situación de solipsismo. El siguiente paso es, por lo tanto, ir reconstruyendo todo aquello que antes había desechado mediante la duda pero, esta vez, partiendo de la base verdadera ya que se encuentra con la necesidad de encontrar una explicación para la existencia de la realidad extramental.

Dicha explicación recae en la idea Dios que, en tanto que idea innata, se forma por una predisposición natural de la razón. Así, Dios, al cual se le atribuyen las cualidades de bondad y veracidad no puede permitir que nos equivoquemos continuamente respecto a la existencia del mundo; de forma que, si erramos, no es por causa de Dios sino por una errónea aplicación del método.

A Dios, al mismo tiempo, en tanto que responde a la idea de perfección, no se le aplica el dualismo cuerpo-alma de los humanos que, si bien son, para Descartes, res cogitans, sustancia pensante, se encuentran necesariamente unidos a la res extensa; es decir, al cuerpo. [Atentos a cómo va paseándose por los temas como si no fuera la cosa.]


Concluimos, pues, que Descartes encuentra en su método, en medio de una época de crisis, una forma de llegar a verdades indiscutibles incluso para los escépticos, valiéndose de la duda metódica como un ejercicio de la razón y que abarcan desde la definición de sí mismo, pasando por el análisis de la existencia de la realidad y las distintas “sustancias”, a la explicación mecanicista del funcionamiento del mundo.

Clara Monzó

[Corchetes del profe]

6 comentarios:

Oscar Fernández dijo...

Daros el gustazo de volver a leer el comienzo del texto. Con la primera frase ya muestra que sabe de lo que va el tema y con el resto del párrafo disipa toda duda.

Cada uno tiene su estilo, no lo olvidéis. Pero tampoco olvidéis que es estilo de uno es el resultado de haber aprovechado los otros estilos con los que se ha encontrado.

De destacar la forma de ir de un tema a otro. El secreto es el orden, ya nos lo dijo Renato.

Muy aprovechable en cuanto a puntos a mencionar.

Traca final con la mención al mecanicismo. No hay que hacerlo así, pero ya tenemos delante una buena manera de hacerlo.

Una asmilación muy rápida, enhorabuena. Si tenéis más peligro...

Anónimo dijo...

clara:
me he dado cuenta de que me faltan por ahí algunas comas, y hay una oración que queda un poco extraña, disculpas!
que ha pasado con la cursiva? con lo bien que quedaba!
para la próxima, tendré en cuenta lo de refinar la conclusión.

Oscar Fernández dijo...

Perdoooooooon por las cursivas. En el corta y pega se las comió el navegador. Puse negrita porque no tengo subrayado.
Mientras leo voy siempre corrigiendo algunas erratas, pero no todas, porque si no acabaré aún más chalado.
El final está muy bien (aunque es otro intento de asesinato para lectores con poca capacidad respiratoria. Ya se lo explicarás al juez. Sobredosis de comas, volverá a decir el forense.)

Anónimo dijo...

Cada día me sorprendes más Sally, xd.

No es un fallo ni nada, pero creo que quedaría mejor si al decir que se basa en las matemáticas para elaborar el método, que lo hace más concretamente en la geometría [Ya que las matemáticas son muy extensas y a esta disciplina se refiere en concreto]

Ya te digo, que no es un fallo, es para que lo dejes [aún más] perfecto.. Y no intento pelotearte para que me invites a Kit-kats [INDIRECTA] XDDD.

Oscar Fernández dijo...

Yo lo dejaría en un kit-kat para cada uno. La redacción es lo suficientemente larga como para que se pueda hablar de que la razón es razón matemática -una y la misma razón aplicada a todo- y de la geometría como modelo.
No en vano le debemos los ejes cartesianos.

Anónimo dijo...

Doce años ya... Qué recuerdos.