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martes, 27 de abril de 2010

RUIZ, R., Esquizo, por RAQUEL BALBOA




Capítulo de 'Esquizo', de Ricard Ruiz, da voz a las mentes escindidas


El mejor amigo del periodista Ricard Ruiz Garzón (Barcelona, 1973) no entendía bien el lenguaje de la vida, tenía "dislexia existencial", bromeaban. Se acabó suicidando. No se pudo acabar de diagnosticar, pero casi seguro que era esquizofrénico, como el 1% de la población que tiene, etimológicamente, la mente escindida. Cuatro años después y tras un centenar de entrevistas, Ruiz Garzón exorcizó la ausencia dando voz a los enfermos en Esquizo. Històries reals (La Campana).

Demente, trastocado, pirado, zumbao, tocado del ala, alucinado, loco y una retahíla de sinónimos más recita el periodista como muestra de la muralla que la sociedad quiere imponer ante la enfermedad mental. "Es un espejo en el que no queremos mirarnos porque no es fácil que al vernos nos consideremos cuerdos", desafía el autor. Es decir, "de cerca, nadie es normal", como canta Caetano Veloso y recuerda uno de los 10 testimonios recogidos en el libro que sufren o viven de cerca una enfermedad que nunca se cura y de la que sólo uno de cada tres que la padecen tendrá cierto control de la misma.

"Me gustaría que la gente, en vez de reírse o de alejarse corriendo, se preguntara qué le pasa a aquel que da saltos por la calle, porque los esquizofrénicos tienen dos problemas: la enfermedad y el rechazo social", afirma.

Contra ese estigma lucha esta edición de un libro que ya tuvo hace tres años versión en castellano (Plaza & Janés, más de 8.500 ejemplares). En manos ahora de la editora Isabel Martí se han suprimido algunas historias y se ha cambiado su título (Las voces del laberinto). "El anterior parecía esconder el tema, se trata de evitar el rechazo, pero de decir las cosas por su nombre: los médicos llaman así, esquizo, a la enfermedad", ilustra Martí.

Luciendo sus dotes narrativas, Ruiz Garzón eliminó las preguntas y reelaboró las respuestas como relatos en primera persona, protegiendo los testimonios con nombres de doble sentido, jugando con la mitología y la literatura. El peso del oficio le llevó a incorporar unas fichas con ilustres enfermos (de Philip K. Dick a Vincent Van Gogh, de Nijinski a Leopoldo María Panero), así como una bibliografía de obras de ficción y ensayos que abordan el tema y referencias de entidades sensibilizadas con la enfermedad.

Certero y breve, el editor Josep Maria Espinàs asegura: "Esquizo es importante en lo social pero también en lo literario". El mejor piropo para el autor y el mejor favor posible a la enfermedad.

Me gustaría comentar también uno de los capítulos del libro, que se llama la princesa prometida, ésta es una chica llamada Leticia que sufre esquizofrenia y lleva a cabo largos episodios de ella, como por ejemplo, se cree que alguien la viola, de repente se ve guapa, otros días fea, también confunde los lugares donde se encuentra, no sabe si se trata de un castillo lleno de caballeros y demás o de una cárcel... Finalmente se casa con un chico, también esquizofrénico. Intentan llevar una vida lo más normal posible asistiendo a terapias conjuntas e individuales que ayuden a que puedan llevar una vida lo más aproximada a lo normal.

En relación a la entrada diría que el título dice que la princesa no solo se promete con ese chico con el que se casa, sino que también tiene un duro y largo compromiso como es la esquizofrenia.


Por RAQUEL BALBOA, 1º BATX.

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