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martes, 1 de junio de 2010

GUIX, X., Pensar no es gratis (Granica 2009), por VERÓNICA GÓMEZ




Introducción


Nuestros pensamientos no son meras construcciones temporales que vienen y van, ni un mero entretenimiento al que llamamos reflexionar o razonar.

Al igual que el cuerpo genera energía con el movimiento, el cerebro hace un dispendio similar al centrarla atención en el propio proceso de pensar. Por eso, a menudo solemos decir "estoy agotado de tanto pensar" o "me duele la cabeza de darle tantas vueltas" pensar demasiado agota al cerebro, lo seca. Absorbe glucosa la fuente de energía principal del cerebro.

De hecho, la velocidad a la que pensamos disminuye cuando baja el nivel de azúcar en la sangre.


El cerebro solo no es el ser humano.


La mente no es una sustancia distinta del cerebro , ni tampoco es una sustancia idéntica al cerebro. Dicho de otro modo; capacidades como la percepción, el pensamiento y el sentimiento son atributos de los seres humanos , no del cerebro.

Donde hay un pensamiento, hay alguien que piensa y donde hay un sentimiento, hay alguien que siente. Lo Que quiere decir que somos nosotros, las personas a quienes hay que atribuir nuestros perfiles psicológicos y no solo a nuestro cerebros.


Pensamiento = memoria


Nuestros pensamientos no son neutros ni causales suelen ser memoria, es decir, acostumbrados a relacionar la información de una manera determinada. Hemos establecido unas redes neuronales que repiten el mismo circuito y nos llevan, de forma automática las mismas pisadas anteriores.

De esta manera, no son los nuevos datos los que cambian nuestra manera de pensar, sino que ajustamos esos datos al conjunto que hemos almacenado, es decir, nuestra manera de pensar ajustará y dará significado a los nuevos datos.

De ahí se entiende que cueste tanto usar el pensamiento lateral porque nos obliga a utilizar la función abstracta y a romper con la cómoda linealidad creada por eso circuitos. Por eso también nos cuesta hacer cambios en nuestra vida.


Nuestra memoria no es fiable


Nuestra memoria no es fiable a veces para conseguir un recuerdo coherente, el cerebro viste los vacíos de esos recuerdos de la memoria con contenidos imaginados e irreales.

Las personas tendemos a engañarnos incluso sobre nuestras propias vivencias que, al recordarlas, dependen de factores como del momento, el contexto y el estado de animo en el que nos encontremos.

Es que al recordar nuestro estado mental no es el mismo en el que estábamos cuando se guardo la experiencia.

Muchos pensamientos que tenemos están anclados a su vez en sentimientos.

También se puede observar que los pensamientos no están compuestos de materia encefálica, por así decirlo, sino sencillamente de imágenes, de sonidos o voces y del recuerdo de sensaciones que podemos reproducir(representaciones mentales sobre el tacto, el gusto y el olfato). Podemos hacer una película mental con todo ello. Por esta razón, lo que pensamos nos parece cierto, porque mantiene una estructura lógica, es decir, asociamos retazos de pensamientos para que tengan una coherencia para nosotros.

Todas esas representaciones están asociadas y pueden disparar emociones y sentimientos, no todo lo que pensamos se traduce en una emoción pero una pequeña parte si.

Al tener la capacidad única,de recorrer con el pensamiento el presente, el pasado y el futuro, podemos construir y/o recrear situaciones, muchas de ellas angustiosas. Es lo que suele ocurrir cuando anticipamos en exceso y observamos solo los peligros de lo que nos puede pasar. Cuando reforzamos en exceso un pensamiento,sobre todo de miedo, lo convertimos en un recuerdo, aunque no haya sucedido realmente.


Conocer a las personas por sus emociones características


Abrimos archivos en los que guardamos todas las veces que hemos sentido tal o cual emoción y las asociamos al momento presente, incluso aunque no esté ocurriendo en realidad. Y al desplegarse de nuevo. Se hace presente todo el programa de sentimientos, conductas, gestos y expresiones tanto verbales como no verbales.

Por eso, no es de extrañar que conozcamos a personas que suelen mantener unos estados cumbre: se enfadan a menudo, o se cargan de ira o de rabia, personas lloronas. personas que andan todo el día con el miedo encima, personas alegres, etc.

Y es que cada uno de nosotros tiene estados emocionales característicos a los que nos sometemos con un "Yo soy así". No somo eso pero eso nos hace creer que si y creemos que eso no se puede cambiar (el ser así, de esa forma), cambiar requiere disciplina y voluntad por eso a la gente le cuesta tanto cambiar.


Efecto rebote


Observa que, cuando hacemos algo en contra de lo que pensamos, no nos volvemos a sentir bien hasta que damos con un corazón que justifique que hayamos sido capaces de contradecirnos, como suele ocurrir con el clásico "No sé decir que no". Esa autoculpación tampoco es gratuita. Sirve para recuperar la autoimagen que tenemos de nosotros mismos si no me siento como creo que yo soy, no me siento bien. O me siento raro conmigo.

Del mismo modo, insistir en no pensar en algo (por ejemplo, en pensamientos negativos) producen el efecto contrario, o sea, la atención esta puesta en lo que no se quiere pensar y por lo tanto se piensa aun más en ello.

Es el fenómeno conocido como efecto rebote.

Nuestra mente no entiende el "No" ,la negación. Cuando uno se dice: tengo que ser más positivo, su mente esta asumiendo que no lo es. Y al asumirlo, aunque sea inconscientemente, lo que sigue funcionando es soy negativo.


Los estados internos se apoderan de nuestras expresiones dando lugar a conocer a las personas mediante ellas


Toda esa tarea , ese el desequilibrio químico, produce estados orgánicos ,o sea, remueve nuestra energía. Esa energía traducida en estados internos (El conjunto de nuestra respuesta orgánicas, emociones incluidas) Se expande más allá de nuestro cuerpo, traspasa las fronteras de nuestra burbuja personal y puede ser captada por los demás, del mismo modo que nos llegan ondas a casa para ver la televisión o escuchar la radio y en cambio no son visibles. Lo único que requieren esos aparatos es estar conectados. También nosotros estamos conectados a estados internos y somos capaces de captarlos en los demás, aunque no sepamos cómo.

De ahí que nos demos cuenta de la vibración del otro. Y ya se sabe que acabamos atrayendo a los que se encuentran en la misma frecuencia o vibración que nosotros.

Por lo tanto, comunicamos lo que sentimos y no solamente información. Comunicamos nuestros estados aunque enredados en palabras, gestos y tonos de voz.

Existen personas con enormes dificultades para ni tan siquiera reconocer sus propias emociones. La capacidad de empalizar no es patrimonio de algunas personas, aunque desarrollarla requiere poner atención de nuestra parte.

No pensamos lo que nos da la gana en todo momento, aunque lo parezca. Creemos que es así pero no.

Muchos de nuestros pensamientos son inconscientes por que no vienen dictados por la razón sino por el cuerpo. Según el estado de nuestro organismo, nos sentimos como empujados a hacer o pensar en determinadas cuestiones. Nuestro estado emocionas actuá como un filtro que selecciona el tipo de pensamientos a los que prestar atención.

Eso lo saben bien las personas que sufren ansiedad. Suelen manifestar un conjunto "Pensamientos mágicos" que les pillan por sorpresa (Suicidarse, hacer daño a alguien, destrozar cosas, etc). La ansiedad que sufre su cuerpo selecciona pensamientos, muchos de ellos irracionales, ante la sensación que parecen, ante la angustia que se clava en su pecho

El profesor Damasio cuenta que los estados de alegría y de tristeza tienen mucho que ver con el estado de nuestro organismo. Los mapas neurales asociados a la alegría significan estados de equilibrio, de coordinación fisiológica optima y la marcha tranquila de las operaciones de la vida.

Los mapas relacionados con la tristeza están asociados con estados de desequilibrios funcional y de reducción de la acción en los que suelen haber dolores, enfermedades o señales de conflicto fisiológico.


LA AMÍGDALA


Por otro lado, creemos que la memoria celular de los hechos y de las experiencias esta guardado en el celebro, pero esto solo es en parte. Quien realmente registra y guarda como un perfecto notario de nuestra vida es el cuerpo (Que incluye el cerebro). Todo lo que hemos sufrido, lo que hemos temido, nuestras angustias y deseos han quedado grabados en el cuerpo. Así se encargó de recordánoslo Wilhelm Reich, al comprobar como las personas acabamos por construir corazas, bajo las cuales escondemos el miedo a volver a sufrir.

Entonces es el cuerpo el que se expresa y reclama la atención del pensamiento, que se distrae en revivir situaciones o se entretiene anticipando lo que podría llegar a suceder. Lo fastidioso del asunto es que tanto sufrimiento muchas veces corresponde a una sola experiencia, a algo que ocurrió hace tiempo y una sola vez. Son lo que llamamos situaciones traumaticas, que se albergan en aquel lugar llamado amígdala, en el sistema limbico cerebral. La amígdala se pasa el día evaluando los significados emocionales de las situaciones que vivimos mediante proyecciones que le llegan del tálamo, del cortex y del hipocampo fundamentalmente. A causa de su caracterización neuroquimica, la amígdala esta muy relacionada con los procesos de estrés y de ansiedad. Cualquier situación que el cuerpo reconoce estimula todo el proceso neuroquimico, disparando la división simpática de nuestro sistema nervioso autónomo, y tensa y enerva todo el cuerpo. A partir de ahí, los pensamientos van a ir como locos. A partir de ahí, la capacidad de razonar de forma consciente esta como secuestrado, solo aparecen pensamientos en cascada, a cual peor. Por eso razonar en ese momento es una locura.

La amígdala hace alguna cosa más: regula la expresión consciente de la emoción. Estudios realizados en humanos han puesto de manifiesta la implicación de la amígdala en el miedo, la cognición social y el reconocimiento de las expresiones faciales emocionales ese es un aspecto fundamental en la comunicación humana puesto que una de las funciones de la emoción es justamente comunicativa. Nos sirve para comunicar a los demás no solo cómo nos sentimos, sino también como esperamos ser tratados.



Por VERÓNICA GÓMEZ, 1ºBATX.


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