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martes, 16 de octubre de 2007

PROTÁGORAS, diálogo de Platón, por Clara Monzó

INTRODUCCIÓN:

Me ha parecido interesante leer el Protágoras de Platón para poder contrastar la información sobre Sócrates (al que todos queremos tanto) con algo de los sofistas, cuyas ideas Platón rechazo.

Mi comentario está basado en el libro Diálogos, de Platón, editorial Biblioteca Gredos (un libro azul muy mono). Me he centrado únicamente en ciertos fragmentos que a mi juicio son los que pueden interesar en la medida en que afectan a Sócrates. Además, he intentado que resultara breve y lo más claro posible, para que os animéis a leerlo sin aburriros demasiado.

El cuadro del final es la esencia del comentario.

COMENTARIO:

La obra se presenta en forma de diálogo en el que Platón ilustra un debate entre Protágoras y Sócrates. A mi parecer hay que partir de que el autor rechazaba la doctrina sofista y que Sócrates era su maestro, ya que, más que una exposición de las ideas sofistas, el diálogo sirve para engrandecer la figura del otro.

En este sentido y en relación con la Apología, Sócrates se nos presenta como un hombre de gran oratoria y habilidad con el manejo de la palabra. Su finalidad es desmantelar aquello que sostiene su adversario, encontrar un punto débil en un razonamiento que parece sólido a través de una serie de contraargumentos en forma de pregunta, lo que le permite conducir la conversación a voluntad. Él mismo se declara partidario de la “brevilocuencia” y desprestigia a los que se limitan a recitar de memoria. De este modo, conseguía llevar a la contradicción al contrario.

Según esto, la principal diferencia entre él y Protágoras (como representante de los sofistas) es que no se considera educador sino que trata de conseguir cierta independencia en el pensamiento individual, de cada uno.

En relación a esto, las inquietudes de Sócrates parecen centrarse en la verdad –aquí sería interesante recordar lo que vimos el año pasado sobre la concepción griega de “verdad” (alétheia) cuyo significado más estricto es el de “desvelamiento”- y la virtud, entendiendo por esto el “buen camino de un ciudadano”. Frente a Protágoras, defiende que ésta última no es enseñable sino que sólo puede alcanzarse por cuenta propia. Asimismo, defiende que cada uno es sabio en el oficio técnico que ha aprendido, pero que no se puede tener un conocimiento global. De aquí su mítica cita “Sólo sé que no sé nada”, que se ve corroborada en varias ocasiones en esta obra: “…pero en cuanto crees que yo también he dicho eso, te has equivocado. Porque fue Protágoras, aquí a mi lado, el que respondió eso; yo sólo preguntaba.”

La diferencia esencial entre ambos es que Protágoras afirma desde un principio “soy un sofista y educo a los hombres.” En esta afirmación se ven implícitas dos cuestiones: la primera, que, al contrario que Sócrates, se considera un sabio (en relación al concepto de “sofista”) y, la segunda, que la virtud es algo enseñable. Debemos recordar que los sofistas cobraban abundantes sueldos por “educar” y, según la visión de Platón, estaban orgullosos de ello. Protágoras utiliza como argumento la función del castigo, a través del cual el malhechor aprende aquello que está mal y lo rectifica en el futuro. Frente a la idea de “independencia” de Sócrates, éste habla de “pasividad” cuando se refiere a la educación según muestra el siguiente ejemplo:

“y a veces él obedece de buen grado, pero si no, como a un tallo torcido lo enderezan con amenazas y golpes.”

Los que no obran con rectitud obran insensatamente.

Otra disparidad con Sócrates tiene que ver con la política. Si bien el anterior defendía que es algo reservado a unos pocos, Protágoras afirma que la justicia (como virtud política) es algo en lo que todos deben participar. Quizá se debe considerar aquí que los sofistas eran extranjeros y que, por consiguiente, no tenían el derecho de participar en la vida política de la polis. Y justifica esto con la ley divina, que prevalece por encima de todo lo demás y que sirve para reafirmar lo dicho anteriormente sobre “el camino recto”.

Por otra parte, por tratar un poco la corriente relativista y la cita “el hombre es la medida de todas las cosas”, afirma que el bien es algo variado y multiforme, dependiendo del punto de vista humano y entendiendo “bien” con aquello que provoca algún tipo de placer por mínimo que sea.

Como decía al principio, la intención de Platón es favorecer la figura de su maestro en detrimento de las ideas sofistas y se plantean distintas situaciones en las que Protágoras no parece capaz de mantener el diálogo con Sócrates. Aún así, eso no significa que no sintiera cierto respeto por ellos ya que, paralelamente, se nos presenta a un Sócrates maravillado por el discurso de su contrincante e, incluso, parece aceptar algunos puntos de vista.

PROTÁGORAS (como sofistas) SÓCRATES (como maestro de Platón)
Virtud enseñable: “reconozco que soy un sofista y que educo a los hombres”

Trabajo remunerado

Educación=pasividad. Función del castigo como aprendizaje.

La justicia (como virtud política) es algo en lo que todos deben participar.

Supremacía de la ley divina.

Relativismo. El “bien” es algo variado.

Virtud no enseñable. Se alcanza por cuenta propia. No se considera educador.

Búsqueda de la verdad. Diálogo como método de desvelamiento. Brevilocuencia.

Cada uno es sabio en el oficio técnico que ha aprendido. Política reservada a unos pocos.

“Sólo sé que no se nada”.



Clara Monzó

4 comentarios:

Oscar Fernández dijo...

Muy bien Clara, aire fresco. Que nadie se despiste, Protágoras, además de ser un sofista es el protagonista de uno de los diálogos de Platón.

Preguntas: ¿Por qué queréis tanto a Sócrates? ¿En qué lugar deja eso a los sofistas? ¿El comentario de Clara puede ayudar a resolver la discusión que tienen Christian y David en el comentario de éste último a la Apología?

Recordad que lo que importa no es que aquí haya más o menos comentarios, sino que eso ayude a que cada uno vaya haciéndose su mapa de la situación. Y escribir ayuda. Y comentar lo que otro escribe también.

AnNy* dijo...

Clara me parece que ha sido una gran idea al hablar algo de los sofistas, ya que como sabemos, Platón estaba del lado de Sócrates y en contra de estos, pero no por ello debemos tomarlos como los malos de la película, ni mucho menos.
También creo que deberíamos tener en cuenta a la hora de juzgar quién nos gusta más, si Sócrates o los sofistas, que Platón lo tiene de alguna manera idealizado, ya que era su maestro y siendo el hombre más justo que existía ( para él) murió de una forma muy injusta, pero defendiendo hasta el final sus ideas, cosa que Platón admira. Es por esto que como ya ha dicho Clara, en el diálogo de Protágoras, trata de hacer ver que Sócrates tenía razón y no los sofistas. Yo creo que de la misma manera hace en la Apología, es decir, de alguna manera, al escribirla, modificaría ciertas cosas, ya que no es posible que recordara a la perfección todo lo que fue dicho. Dichas modificaciones favorecerían, por supuesto, a Sócrates. Con esto quiero decir, que no deberíamos tomarnos las Apología literalmente, sino que deberíamos tener en cuenta estas cosas.

Oscar Fernández dijo...

Ahí le has dado! Además de la versión de Platón tenemos también, al menos, la de Jenofonte. Yo no la he leído, pero parecer ser que, aunque de distinto estilo, coincide en los datos históricos fundamentales.
Fijaos cómo con varias cabezas pensando a la vez se llega a todas partes.

Anónimo dijo...

desgraciadamente, a veces con varias cabezas pensando a la vez no se llega a ninguna parte...pero esto no viene al caso.
la apología de Sócrates de Jenofonte se ha estudiado para selectividad durante años en la asignatura de griego, precisamente este año han dado opción a cambiar el texto, !me quedo sin Sócrates¡
Respecto al comentario de anna, creo que tienes razón, la objetividad es algo muy complicado de conseguir y, muchas veces, poco beneficioso (y sino, hay está la política)