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lunes, 12 de octubre de 2009

Sacks, O., El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Anagrama 2009, por IRENE CALVO


Capítulo 22: "Un Grove ambulante"

De nuevo Sacks relata otro tan increíble episodio.

Martin A. es el conocido como “Grove ambulante”.

En su niñez, Martin, sufrió una grave meningitis que le condujo a un estado de importante retraso mental. De padre músico, Martin heredó excepcionales dotes musicales (más propias de un semi genio que de un vulgar melómano), que quizás se agudizaron tras la enfermedad o bien resultaron de ella. En cualquier caso, Martin, a pesar de su retraso, tenía asombrosas facultades: Era capaz de memorizar fielmente lo que leía, veía o bien escuchaba. Por eso aquello de Grove ambulante (el diccionario de música de Grove es una enciclopedia de una extensión de 6000 páginas, que Martin fue capaz de retener tras ser leída una sóla vez por su padre).

Su don, sumado a su lentitud, le hacían ser una persona engreída y vanidosa. Sin embargo, esa esencia se desvaneció tras su inevitable ingreso en una residencia (recordar que Martin era retardado y estaba al cuidado de sus padres que tarde o temprano fallecerían). Esa persona originariamente impertinente y orgullosa se había esfumado dando lugar a otra abatida.

Es en este momento, en el que Sacks, una vez más, advierte la importancia de la música. Hasta entonces Martin había vivido por y para la música, cantando desde que tuvo uso de razón en un coro eclesiástico; además, Martin, era uno de los pocos capaces de considerar la genialidad de Bach en sus composiciones. Desde ese fatal ingreso en la residencia, todo ello había quedado atrapado en un mundo exterior. Martin necesitaba la música tanto como el aire, y con ella Sacks le medicó. Así, afortunadamente sin recuperar su vanidad, Martin recobró su verdadera personalidad.


Comentario:

Después de conocer la historia de Martin me pregunto: ¿Hasta qué punto desearíamos ser como él?

Es indiscutible que todo el mundo querría ser poseedor de tan especial don, ser capaces de retener escrupulosamente toda información percibida sin someternos al duro trabajo del estudio. Sin embargo, no hay que olvidar que ser Martin conlleva algo más. Martin era tan enciclopédico como retardado. Es decir que, aunque podría ser capaz de memorizar gran cantidad de información, lo haría mayoritariamente sin comprender el contenido. Esta segunda característica, supongo que ya nos hace rechazar la posibilidad (en el caso de que existiera) de ser como Martin, un sabio idiota, tal y como señala Sacks. Aun así, hay algo que relaciona las dos mentes, la suya con la nuestra.

En un momento determinado, Sacks relata cómo Martin fue capaz de grabar perfectamente calles y avenidas de Nueva York, así como la música de 2000 óperas y el vestuario de las sopranos y tenores que las representaban. No obstante, hay una diferencia entre ambas informaciones retenidas por Martin. La primera, en oposición a la segunda, carecía de importancia para el protagonista lo que le llevó hasta el punto de si no olvidarla, no saber aplicarla en la cotidianeidad de la vida, en cambio la segunda le resultaba verdaderamente relevante para no dejarla escapar de su saber. A partir de esto, podemos relacionar la sobrehumana mente de Martin con nuestro modesto conocimiento: Hasta las mentes más brillantes (en lo referente a la memoria) observan sus dificultades para retener aquello que creen falto de sentido o de utilidad. (No querría hacer alusiones a asignaturas concretas que según quien parecen inútiles; se estudia duro para sacarlas adelante y más tarde, las olvidamos.) De tal manera que, busquemos inteligentemente la utilidad de lo que aprendemos y no dejemos de ser cada vez un poco más sabios.


Por IRENE CALVO (1º Batx.)

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