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lunes, 8 de marzo de 2010

Los renglones torcidos de Dios, T. Luca de Tena, por IRENE CALVO




Tras conocer a grandes rasgos la trama de la novela de Luca de Tena –anteriormente comentada- propongo aquí dos finales alternativos. Ambos están relacionados con enfermedades mentales, con el propósito de por una parte, incitar a la lectura de la novela y por otra relacionar contenidos con la ficción.

Con el fin de no disgustar a aquellos lectores que hayan decidido embarcarse en la aventura de Luca de Tena, no revelaré cuál es el final ficticio y cuál el real.


  1. ALICE GOULD Y LA PARANOIA

Alice Gould, protagonista de la historia, es una mujer enigmática, inteligente y atractiva que cree ser detective. Por petición de un cliente -el señor García del Olmo-, nuestra protagonista se ve obligada a ingresar en un manicomio donde parece que reside el asesino del padre de García del Olmo. La señora Gould centrará sus energías en descubrir al autor del caso criminal.

Sin embargo, poco a poco, el lector será conocedor de que Alice padece paranoias y por tanto, la vida de nuestra protagonista se alejará de la que creíamos como real.

Como muchos trastornos la paranoia nace desde una posición defensiva, y es que la pobre Alice había fracasado matrimonialmente. Tras llegar a un acuerdo ambos cónyuges, toman la decisión de dormir en dormitorios diferenciados y separar los caminos de sus vidas. Alice Gould presenciará nuevas amantes de su antiguo esposo y ésta será la causa por la que nuestra protagonista derive en un trastorno mental. Más tarde será diagnosticada como victima de un trastorno paranoide y finalmente ingresada en un manicomio, autoconvenciéndose la afectada de su entrada para la averiguación de un caso criminal y creyendo en todo momento disfrutar de un estado saludable.

Podemos identificar las características de la paranoia en el comportamiento de Alice Gould. Es propio de este trastorno delirante el mantener la lucidez y la concepción del mundo real en todos los ámbitos, excepto en el del propio delirio –creer ser detective-. Es por esto por lo que Alice será capaz de mostrarse coherente y brillante y además convencer de esto al lector. Por otra parte, observamos las causas que originan este trastorno. Algunas de estas causas son frialdad, desconfianza, egocentrismo o suplir carencias personales. Esta última es la que da lugar al trastorno en el caso de Alice Gould, la carencia que se pretende suplir es la mala relación matrimonial. Por último encontramos en la figura del personaje principal un síntoma elemental, el desconocimiento del afectado de su propia enfermedad y por consecuente una superioridad y egocentrismo significativo. De hecho, al ingresar Alice en el manicomio cree ser mejor que los demás dementes y tener respuestas – y además acertadas- para todo.


  1. ALICE Y GOULD Y LA BIPOLARIDAD
En esta versión Alice Gould ingresa verdaderamente como detective en el manicomio por la misma razón. Las primeras investigaciones de la protagonista serán muy acertadas y reveladoras lo que abre la posibilidad a un inminente cierre del caso. No obstante, mientras Alice realiza las que parece ser vayan a ser sus últimas investigaciones tiene lugar la fatal muerte de su esposo, a quien, como cualquier otra mujer a su marido, adora. La tragedia será la causante de sumir a la señora Gould en la más terrible de las depresiones. En el desarrollo de la novela, se deja entrever cómo Alice Gould parece con el tiempo empezar a recuperarse. Pero nada más alejado de la realidad. Lo que se inició como depresión derivó en un trastorno de bipolaridad. Es propio de la bipolaridad la alternancia de episodios depresivos y maníacos –momentos de energía máxima transformados en una euforia irritable-, y por tanto este desequilibrio hará que Alice Gould no pueda dar con la pista definitiva que le permita cerrar el caso. La protagonista conocedora de su bipolaridad será propuesta para tratar con terapia electro convulsiva, cosa que le aterra. Como consecuencia del conocimiento de la protagonista sobre su futuro tratamiento recaerá de nuevo en un episodio depresivo que le inducirá en un mal entendido a quitar la vida al director del centro y finalmente, arrebatarse la suya propia.


Por IRENE CALVO, 1º Batx

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Anoche vi (cuando los ojos no se me cerraban) la película Sutther Island, que protagoniza Leonardo DiCaprio, y encontré muchas similitudes con la trama de Los renglones torcidos, y me trajo muy buenos recuerdos de las clases de psicología :) Te agradezco que en su momento me animases a leer el libro de Luca de Tena Óscar.

P.D: Soy Irene, espero que aunque sea de una forma difusa aún me pongas cara jajaj

Oscar Fernández dijo...

Irene,
claro que te pongo cara, tampoco hace tanto tiempo y una compañera tuya de fatigas aún anda por aquí.

No dices si Sutther Island da para mucho. A mí el DiCaprio la verdad es que se me atraganta, pero eso puede que no diga nada de él sino de mí. Si es recomendable haz un comentario -que será divertido si estabas medio dormida- y lo subo. Siempre ando igual.

Pero vaya, una alegría que pienses que te ha servido y lo hayas contado, yo que sin nombrarte te ponía como ejemplo de la única persona a la que no le había gustado el libro... Si con los jóvenes de ahora es que no hay quién pueda...

Que te vaya todo muy bien y nos tropecemos algún día por ahí para que me lo cuentes.
Saludos