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lunes, 14 de diciembre de 2009

PUNSET, E., "Construyendo la realidad", por MINERVA GÓMEZ



Cap. IV del libro Punset, E.,
El alma está en el cerebro, Ed. Punto de Lectura 2009.


Os voy a hablar sobre el cerebro, el gran desconocido. Este órgano se encarga de buscar la solución a nuestros problemas, recuperando información de la memoria y haciendo una predicción. Pero aún existen muchas dudas sobre su funcionamiento y su compleja estructura.

Sabemos que el cerebro utiliza grandes cantidades de memoria para crear un modelo del mundo. Todo lo que sabemos y aprendemos se almacena según este modelo.

La inteligencia es precisamente la capacidad para hacer predicciones, es decir, comparando lo que almacena nuestra memoria con lo que percibimos a través de nuestros sentidos podemos hacer predicciones de lo que ocurrirá.

El neocórtex es la parte más reciente de la evolución de nuestro cerebro, en él se encuentra nuestra inteligencia.

Es una capa fina que recubre la parte más externa de nuestro cerebro, tiene una gran cantidad de surcos, un grosor de unos dos milímetros y está dividido en seis capas. Pero lo que nos hace inteligentes no es su espesor ni sus capas, sino su superficie. En ésta podríamos encontrar más de 30.000 millones de neuronas. “Nuestra vida”, recuerdos, conocimientos, habilidades y experiencias se encuentran en este conjunto de células.

Os preguntaréis ¿cómo es posible tanta información en un espacio tan pequeño? La clave está en que cada capa del neocórtex tiene su función pero, a la vez se relaciona con las capas superiores e inferiores; por tanto, existe una gran jerarquía en esta capa exterior del cerebro.

Por otra parte, las capas inferiores sólo perciben los detalles mediante impulsos rápidos, mientras que en las capas superiores, el ritmo es más lento y se perciben los objetos, es decir, el conjunto de detalles.

Jeff Hawkins es un investigador del cerebro. Éste piensa que este órgano procesa toda la información del mismo modo, aunque venga de distintos sentidos: vista, oído, olfato… Sólo recibe impulsos eléctricos, no importa el sentido del que proceda. También establece que para ser inteligente hay que tener la capacidad de predecir y que ésta es precisamente la función del neocórtex.

El cerebro observa y construye unos patrones, los almacena y, gracias a esta información puede predecir. Por ejemplo, cuando vemos una nariz, nuestro neocórtex, predice que por encima de ésta encontraremos dos ojos. Lo sabe porque en su idea de “cara”, siempre hay una nariz y dos ojos encima de ella.

Además, el neocórtex es muy flexible, se adapta a nuevas situaciones y, cuando una predicción no se cumple, las capas superiores buscan alternativas para encontrar una explicación a lo que los sentidos captan. Así, si se le presenta la imagen de un cíclope (ser mitológico con un solo ojo), el cerebro es capaz de entender que lo que estamos viendo no es el mundo real, sino una ficción.

Hawkins, trabaja con toda esta información para construir algo increíble, pero posible en un futuro no muy lejano: Una máquina que funcione como nuestro neocórtex, es decir, que piense, comprenda y perciba el mundo como lo hacemos nosotros.

En todo caso no se trata de crear seres humanos, sólo construir un neocórtex, que es la parte inteligente del cerebro, la que piensa.

Como conclusión, diría que ninguna máquina podría tener emociones, aspiraciones…, como tiene el ser humano, ya que éste es algo más que un cerebro.


Por MINERVA GÓMEZ, 1º Batx.

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