En esta tercera parte Descartes distingue entre la filosofía teórica y la filosofía práctica. Mientras que la segunda está encaminada a dirigir la acción, no puede realizarse en ella la misma abstención de juicio que es posible en la teoría, pues la acción no admite a veces dilaciones. Así elabora una moral provisional que le permita obrar adecuadamente, que rija su vida, mientras se dedica a dudar de todo, a fin de encontrar la verdad mediante el empleo de la duda metódica que establece en la segunda parte.
Esta moral provisional consistía en cuatro máximas que mencionaremos a continuación.
La primera de ellas consiste en obedecer las leyes y las costumbres de su país y por supuesto seguir con perseverancia a la religión. Asimismo debe alejarse de los excesos por lo que, deberá seguir las opiniones más moderadas de los más sensatos. Entre éstas, debía escoger las más cómodas en la práctica, aquéllas que le pareciesen más verdaderas.
Los excesos quedan totalmente excluidos y un ejemplo de esto son las promesas, pues éstas coartan la libertad individual al decirnos lo que tenemos que hacer, lo que debemos pensar. Además, en el mundo no hay ninguna cosa que estuviese siempre igual, en el mismo estado, así que como él lo que trataba era perfeccionar sus pensamientos y juicios, no tenía sentido tomar una cosa por buena, siempre y aunque después no resultase así, seguir obligado a cumplirla.
Descartes establece esta máxima porque como bien sabemos, ya no cuenta con sus ideas, pues las está sometiendo a la crítica, y lo único que pretende era ser moderado en sus acciones y no estar sujeto a ninguna obligación o norma que en todo momento le exigiese su cumplimiento.
La segunda máxima se fundamentaba en ser en sus acciones lo más firme y decidido posible. Aun cuando no esté en nuestro poder discernir las mejores opiniones, debemos seguir las mas probables.
La tercera máxima dice así: “procurar vencerse a sí mismo antes que a la fortuna, y modificar mis deseos antes que el orden del mundo”. Esto es, ya que solo tenemos en nuestro poder nuestros propios pensamientos resulta inútil desear conseguir el éxito en cosas exteriores, ajenas a nosotros, que al no poder alcanzarse crean insatisfacción. Consiste en impedir desear nada que no se pudiera conseguir, aunque confiesa que para lograr esto se requiere de largo ejercicio y gran meditación.
La cuarta máxima consiste en cultivar la razón a lo largo de toda su vida y avanzar en el conocimiento de la verdad, siempre siguiendo el método anteriormente descrito.
Según nos expone el autor nuestra voluntad está sujeta a nuestro entendimiento, por lo que si juzgamos bien, obraremos bien, adquiriendo así todas las virtudes del mismo y siendo felices. Probablemente esta conclusión nos recuerde al intelectualismo moral de Sócrates.
Llegados a este punto Descartes, afirmándose en estas máximas y aceptando las verdades de la fe (no sometiéndolas a la duda metódica para no enfrentarse con la Iglesia) se deshace del resto de sus opiniones.
Éste, diferenciándose de los escépticos, defiende su método, ya que le permitía obtener conclusiones bastante ciertas de las proposiciones que examinaba, aunque dicha conclusión solo fuese la de que no contenían nada de cierto.
El filósofo dedica nueve años de su vida al empleo del método y al progreso en el conocimiento de la verdad, los cuales “transcurren antes de que encontrase fundamentos de una filosofía más cierta que la vulgar”. En vista del resultado decide alejarse y retirarse a Holanda, en el que años de guerra lo habían convertido en el país más liberal de entonces.
Diana de la Torre y Ana I. López
Esta moral provisional consistía en cuatro máximas que mencionaremos a continuación.
La primera de ellas consiste en obedecer las leyes y las costumbres de su país y por supuesto seguir con perseverancia a la religión. Asimismo debe alejarse de los excesos por lo que, deberá seguir las opiniones más moderadas de los más sensatos. Entre éstas, debía escoger las más cómodas en la práctica, aquéllas que le pareciesen más verdaderas.
Los excesos quedan totalmente excluidos y un ejemplo de esto son las promesas, pues éstas coartan la libertad individual al decirnos lo que tenemos que hacer, lo que debemos pensar. Además, en el mundo no hay ninguna cosa que estuviese siempre igual, en el mismo estado, así que como él lo que trataba era perfeccionar sus pensamientos y juicios, no tenía sentido tomar una cosa por buena, siempre y aunque después no resultase así, seguir obligado a cumplirla.
Descartes establece esta máxima porque como bien sabemos, ya no cuenta con sus ideas, pues las está sometiendo a la crítica, y lo único que pretende era ser moderado en sus acciones y no estar sujeto a ninguna obligación o norma que en todo momento le exigiese su cumplimiento.
La segunda máxima se fundamentaba en ser en sus acciones lo más firme y decidido posible. Aun cuando no esté en nuestro poder discernir las mejores opiniones, debemos seguir las mas probables.
La tercera máxima dice así: “procurar vencerse a sí mismo antes que a la fortuna, y modificar mis deseos antes que el orden del mundo”. Esto es, ya que solo tenemos en nuestro poder nuestros propios pensamientos resulta inútil desear conseguir el éxito en cosas exteriores, ajenas a nosotros, que al no poder alcanzarse crean insatisfacción. Consiste en impedir desear nada que no se pudiera conseguir, aunque confiesa que para lograr esto se requiere de largo ejercicio y gran meditación.
La cuarta máxima consiste en cultivar la razón a lo largo de toda su vida y avanzar en el conocimiento de la verdad, siempre siguiendo el método anteriormente descrito.
Según nos expone el autor nuestra voluntad está sujeta a nuestro entendimiento, por lo que si juzgamos bien, obraremos bien, adquiriendo así todas las virtudes del mismo y siendo felices. Probablemente esta conclusión nos recuerde al intelectualismo moral de Sócrates.
Llegados a este punto Descartes, afirmándose en estas máximas y aceptando las verdades de la fe (no sometiéndolas a la duda metódica para no enfrentarse con la Iglesia) se deshace del resto de sus opiniones.
Éste, diferenciándose de los escépticos, defiende su método, ya que le permitía obtener conclusiones bastante ciertas de las proposiciones que examinaba, aunque dicha conclusión solo fuese la de que no contenían nada de cierto.
El filósofo dedica nueve años de su vida al empleo del método y al progreso en el conocimiento de la verdad, los cuales “transcurren antes de que encontrase fundamentos de una filosofía más cierta que la vulgar”. En vista del resultado decide alejarse y retirarse a Holanda, en el que años de guerra lo habían convertido en el país más liberal de entonces.
Diana de la Torre y Ana I. López
8 comentarios:
El título es incorrecto: es la tercera parte
Por lo visto el blog ha sufrido un tono cromático más afeminado jajaja. No me disgusta.
Respecto al "resumen" (porque se trataba de un resumen, que no se os olvide) he de decir que me ha ayudado a entender mejor esta 3ª parte, provocada esta incomprensión textual por la breve explicación en clase y mi ausencia debido a la necesidad de mi cuerpo para elaborar estadísticas académicas.
Un saludo, Oscar.
Ok, gracias por el aviso, título corregido.
¿Es afeminado el color? Intentaba oscurecerlo y que se pudiera leer bien. ¿Os parece afeminado? ¿Qué decís?
La idea del resumen es lo que dices. Ahora bien, una vez terminado queda abierta la más que sugerente posibilidad de ir añadiendo comentarios, del tipo de: esto lo entiendo de esta manera, este ejemplo va bien aquí,... a modo de ir pensando entre todos. Lo estáis haciendo de categoría.
Y seguro que más de uno va a entender mal esa necesidad de tu cuerpo para las estadísticas...
No era mi intención... pero seguro que hay algun@ que luego me dedicará canciones, etc inspirandose en mí. Pero contra eso yo no puedo hacer nada Oscar jejeje. Yo creo que he entendido bastante bien lo que se ha querido decir, pero espero que alguien pregunte alguna duda porque seguro que aprendemos todos de ello. Ciao!
Es que Oscar, compréndelo, tu poder de seducción es indiscutible.
El nuevo color del blog está muy bien, aunque me gusta más como está puesto en las redacciones de los ejercicios de clase. Oscar opinará que es muy femenino porque reconoce que tenemos mejor gusto.
El resumen igual sí que es algo extenso, era por aclarar las cosas mejor. Y ya que no se animan, el ejemplo del hombre perdido en medio del océano vendría bien para la segunda máxima. ¿Lo más beneficioso no sería dirigirse siempre hacia un mismo punto, trazando una línea imaginaria en la mente para conseguir llegar a algún sitio? En este ejemplo se ve como Descartes no admite dilaciones, aun cuando tengamos duda y no sepamos el camino correcto siempre será mejor encaminarse hacia un mismo punto que dar vueltas e ir de un lado para otro.
Ana I.
Ana,
¿con lo del color de las redacciones de clase te refieres a letras en (casi)blanco mejor que en negro?
Echadme una mano, que estas cosas me cuestan...
Si, el azul claro, a parte de que me gusta más, se lee mejor que el negro. Tampoco te compliques mucho, tal como está al menos a mi, me gusta y la mayoría seguro que ni se fija.
Tienes razón, queda mejor. A veces es que como viene con algún formato del corta y pega hace cosas raras.
Gracias.
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