¿Qué
es lo real? ¿Qué es verdaderamente real? Este tipo de preguntas hacen
referencia, sin duda alguna, a uno de los mayores problemas filosóficos de toda
la historia.
No cabe dudar, que
la existencia de las cosas se relaciona directamente con dos niveles de realidad:
la realidad inteligible y la realidad sensible. Así, podremos concretar que la
existencia de las cosas se basa en un dualismo ontológico. De esta manera,
podremos diferenciar lo que
realmente existe, de lo que aparentemente existe.
El mundo inteligible
estaría constituido por lo que realmente existe, por lo que es, por lo que no
cambia ni es alterado por el paso del tiempo. Este nivel seria exclusivo para
las Ideas y los objetos matemáticos.
Pero también, existe
otro tipo de realidad, una realidad aparente, una realidad dotada de menor
existencia, una realidad cambiante, material, sometida a su distorsión durante
el paso del tiempo, una realidad sensible.
Estos dos niveles de
realidad, de existencia, no actúan de forma independiente, sino que están
directamente interrelacionados. Cualquier elemento del mundo sensible es real
en tanto que participa de su Idea. Los elementos sensibles tienen parte de
existencia por el simple hecho que imitan a las Ideas. Las ideas constituyen el
modelo perfecto al que los elementos sensibles quieren llegar a imitar.
Podremos concluir de
esta manera, que la realidad está constituida por una dependencia ontológica,
ya que, las Ideas son la causa del ser y de la existencia de las cosas
sensibles.
Esta relación
inteligible-sensible, real-aparente se va a dar en todos los ámbitos.
Esta división de
grados de existencia provoca, a su vez, una división en el conocimiento, dividiéndola
en dos grados del saber: el conocimiento real y el conocimiento aparente de las
cosas.
El conocimiento real
significaría el saber acerca del mundo inteligible, el mundo constante, el que
no cambia, el permanente, lo auténticamente real, lo auténticamente existente.
El otro grado del
conocimiento, la opinión, el conocimiento aparente, correspondería al saber
acerca del mundo sensible, el mundo que está sometido al cambio, el mundo
material, el mundo de las sombras.
En el ser humano
también se puede apreciar una parte inalterable y una parte cambiante, una
parte real, y otra aparente. El ser humano estaría compuesto también por un
dualismo entre el cuerpo y el alma. El cuerpo sería considerado como el objeto
sensible, lo aparente, lo material y estaría dotado solo de una parte de
realidad. El alma, en cambio, supondría la realidad pura del ser humano, el
elemento inteligible, el elemento eterno, inmaterial. Al tratarse de un
elemento inteligible, este es inalterable por lo que tiene una preexistencia
anterior al cuerpo. El alma es lo que verdaderamente consta de valor,
constituiría la razón de nuestra existencia total, la existencia de nuestro yo,
eterna, olvidándonos del cuerpo, ya que este sería una simple apariencia, un
simple hogar donde habitar durante un tiempo.
Partiendo de esta
base, podemos afirmar que el único conocimiento real de las cosas, es el
conocimiento del mundo inteligible, y a partir de ese conocimiento podemos
alcanzar la virtud. Esta dualidad de la existencia puede dar lugar a muchas
confusiones, ya que, se puede tomar por real lo que tan sólo es una copia de lo
real, se puede llegar a creer que algo se sabe cuando en realidad no se sabe, y
esta es la principal razón que da lugar a la ignorancia de la persona, el creer
tener conocimiento de un objeto que, al fin y al cabo, es simple apariencia.
Por otra parte, el
que alcanza el conocimiento del mundo inteligible, debe aplicar esos mismos
conocimientos al mundo sensible. El que conoce realmente la justicia, debe
obrar justamente, de lo que contrario, solo demostraría que su conocimiento es
falso, sería un conocimiento aparente.
Todo esto da a
entender, que la base del conocimiento es el aprendizaje de las Ideas y de los
objetos matemáticos. Solo así se podrá alcanzar la virtud.
El párrafo anterior
se ve estrechamente relacionado con la política, ya que la educación del
gobernante debe encaminar su alma en dirección al mundo inteligible, hasta ser
conducida a la contemplación de las Ideas eternas y, finalmente, al
conocimiento del Bien en sí, que constituye la meta última del conocimiento y
el final del proceso educativo. Para acercar al Estado lo más posible al orden
y a la armonía inteligible, el gobernante primero ha de imponer justicia en su
propia alma. La educación se correspondería con llegar a conocer el mundo de
las Ideas.
Podemos llegar a la
conclusión que para llegar a la Idea de justicia en la sociedad, tiene que
haber una correspondencia entre las 3 partes del alma y las 3 clases del
Estado. Cada parte del alma debe actuar con la virtud que le es propia. De esta
manera se puede llegar al orden y a la armonía del Estado. La organización de
este solo puede alcanzarse llevando al mundo sensible las Ideas del mundo
inteligible.
Después de esta
larga explicación, podemos ver y confirmar, que la ontología no es una simple
clasificación, sino que es mucho más que eso, constituyendo así, una gran
frontera que divide dos mundos. Dos mundos complemente diferentes, pero que a
la vez constan de una relación
directa. Esta frontera, repercute sobre todos los campos y todos los ámbitos de
las cosas. Podríamos afirmar que de toda existencia, existe una ontología, un
dualismo ontológico entre lo que realmente existe y lo que aparentemente
existe.
1 comentario:
No dejes frases sueltas, agrúpalas en párrafos y con conectivas. Si sólo van una pegada a la otra el empastre es muy parecido.
Una vez hablando con Luis le dije que uno no tiene que renunciar a su manera de ver las cosas ni de escribir, pero sí adaptarlas a la situación en la que está. Si se atiende sólo a lo que uno sabe o es un genio o va a ser un desastre; si se renuncia a lo que es uno mismo se pierde potencia explicativa. Hay que conjugar ambas exigencias.
Tienes puntos muy buenos, luchando con un estilo que aún no ha terminado de hacerse. Evita, como te digo, frases sueltas, mira cómo agruparlas. Indica de forma general, por adelantado, lo que vas a decir.
Y todo lo directo que puedas. Lenguaje muy bueno. Eso aún tiene que dar más de sí, cuando lo hayas hecho un par de veces más.
También de los que vale la pena releer para empaparse del lenguaje.
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