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miércoles, 12 de octubre de 2011

El intelectualismo moral, por Andrea Ochoa


Platón cuenta de Sócrates que empleó su vida a la búsqueda de la verdad, haciéndose preguntas y haciéndoselas a los demás acerca del bien humano, la justicia, la felicidad y la virtud. De esta manera Sócrates habla de una teoría ética, la cual afirma, que sin virtud no hay conocimiento.

Consta de tres principios:

La virtud es conocimiento: (sin conocimiento no puede haber virtud). En primer lugar, Sócrates, nos dice que nadie obra mal si sabes lo que es el bien, es decir, si obras bien eso quiere decir que lo has interiorizado.

El vicio es ignorancia: (el error o la ignorancia del bien son la causa del vicio y del obrar mal). Aquí nos cuenta que toda persona desea su propio bien  y, por lo tanto, nos equivocamos y tomamos el mal por el bien; si no obras bien significa que te falta un conocimiento de bien.

Nadie obra mal a sabiendas: Si conoces el bien esto hace que lo hagas bien; cuando conoces el bien hay algo que no te deja hacerlo mal, hay que hacer únicamente el bien.

Platón admite la teoría del intelectualismo moral de su maestro Sócrates, adoptándolo al campo de la política. La influencia que ejerció Sócrates sobre Platón fue definitiva, sobre todo en algunos aspectos de la filosofía, entre la que destaca su teoría del filósofo gobernante. Platón llegó a la certeza de que  ni la oligarquía ni la democracia eran capaces de gobernar la ciudad con justicia y llevar a la sociedad con armonía, pero él intentó encontrar en la filosofía el arreglo de los males políticos de su época.

Por ello, se dio cuenta de que todos los estados de su época estaban mal gobernados y trató de buscar con ayuda de la filosofía una solución política. En esta etapa Platón llega a la conclusión de que un gobierno integrado por filósofos sería el único capaz de gobernar el Estado por medio de la justicia y el bien.
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Correcto de información y apuesto a que tienes claro lo que expones, pero hemos de ir dándole más alegría al cuerpo, afinando el instrumento, exigiéndonos más.
Así que más caña para la próxima, éste es el principio del camino.

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