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lunes, 31 de octubre de 2011

La importancia del alma en el ser humano, por María Carratalá



          El alma es, sin duda, la parte del ser humano más importante. Es la que nos permite sentir. Sin ella, nuestro cuerpo no funcionaria como tal. Por eso se dice que el ser humano es su alma.

          El alma ocupa tres lugares en nuestro cuerpo: la parte racional, la que se refiere a la inteligencia, se encuentra en nuestra cabeza; la relacionada con los sentimientos y las pasiones, también llamada irascible, se sitúa en nuestro pecho; y, por último, la relacionada con los apetitos y deseos materiales, o apetitiva, reside en el bajo vientre. Generalmente, es la racional la que controla las otras dos. Pero Platón quiso hacer esta triple división para explicar los conflictos interiores en el ser humano, la lucha entre la razón, las pasiones y los deseos. También lo hizo para explicar que, a pesar de que hayan tres partes, cada persona es dominada por una diferente.

          El alma sabemos que es una de las partes del dualismo antropológico, junto con el cuerpo, que definió Platón. El cuerpo, para él, es la cárcel del alma, el lugar donde se alberga para purificarse por medio del conocimiento. El alma ya conoce las Ideas antes de reencarnarse en un cuerpo, ya que ha preexistido en el mundo de las Ideas. De ahí viene la teoría de la reminiscencia, conocer es recordar. Solo tenemos que recordar nuestro conocimiento a base de aprender.

          Se dice que el alma es una realidad intermedia entre el mundo sensible y el mundo inteligible. No pertenece al mundo sensible porque no nace ni muere, no es algo que se pueda percibir por los sentidos. Tampoco pertenece al mundo inteligible, porque no es una Idea ni un objeto matemático. El alma está en un tramo intermedio, pero tiende más a este último mundo porque es eterna e inmaterial.

          La felicidad está unida a la virtud y la principal virtud del alma es la justicia. Por tanto, para que el alma sea feliz, ha de tener armonía y orden. El alma justa para Platón es aquella que refleja el orden ontológico de las Ideas, la justicia que gobierna en el orden del ser.

          Como hemos dicho anteriormente, en cada persona predomina una parte diferente del alma. De esta forma distinguimos tres clases sociales: la clase de los productores, en la que domina la parte apetitiva, que se encarga de aquello que la comunidad necesita; la clase de los guardianes, en la que domina la parte irascible, cuya función es proteger la ciudad; y la clase de los gobernantes-filósofos, en la que domina la parte racional, que serán los encargados de gobernar la ciudad. A cada uno le corresponde una virtud distinta, que podemos adivinar de su función: la de los productores será la templanza, la de los guardianes será la valentía y la de los gobernantes, la sabiduría.

          Para que estos últimos gobiernen de forma adecuada, deberán recibir una buena educación para que conozcan lo verdadero y lo bueno o, mejor dicho, para que lo recuerden. De esta forma, conseguiremos que tengan armonía y orden en su alma y, por lo tanto, sepan transmitirla a toda la sociedad.

          Por todo esto, podemos admitir que el alma es una parte esencial de nuestra existencia, algo que debemos cuidar y educar para el bien de la humanidad.

1 comentario:

Oscar Fernández dijo...

Bien porque tiene fuerza y claridad. Vamos ahora a buscar cosas que se podrían mejorar.

La introducción, el primer párrafo, es un sitio ideal para exponer de forma condensada lo que luego se va a desarrollar.

Echo a faltar referencias a otros temas. Hemos dicho que para quedar bien hay que mencionar todo y responder a lo que me preguntan. Es una forma de ejercicio para que no quede nada fuera. Trabájalo porque así se abren otros temas, otras perspectivas.

Así que muy buen punto de partida y ahora a mirar cómo introducir otros temas.

Puede quedar como tarea para algún espontáneo el dónde y cómo se podían ir metiendo temas.