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martes, 1 de noviembre de 2011

Antropología, Psicología y Ética en Platón, por Irene García


La filosofía platónica surge a partir de la postura de Platón de crear un Estado más justo, el Estado Ideal, que como nombra en su Carta VII donde explica la situación política de su país pone un remedio para crear así un estado justo que se puede lograr a partir de su teoría del filósofo-gobernante; y también en contra de los sofistas y algunas de sus teorías como el relativismo o el empirismo político. Pero hasta llegar a su Estado Ideal dirigido por el filósofo-gobernante, Platón trata diversos temas. Se puede destacar como factor común en toda la teoría de Platón el alma, pero ¿qué es el alma? ¿cómo y hasta que punto influye en su teoría?



Al igual que los pitagóricos con quién comparte muchos rasgos sobre el alma en su teoría, Platón divide al ser humano en cuerpo y alma, lo que se conoce como dualismo antropológico. Al contrario que el cuerpo, el alma es inmortal e inmaterial y Platón le atribuye la función de conocer y cuya principal virtud es la justicia aunque también la sabiduría, la valentía y la templanza; es gracias al alma por la que llegamos al conocimiento y como se verá más tarde, a las Ideas. Para el filósofo, el ser humano es su alma aunque ésta haya preexistido. Esto quiere decir que según Platón el alma siempre ha existido y ha estado en otros cuerpos de los cuales ha obtenido conocimiento. En cambio, el cuerpo es un obstáculo para el alma a la hora de llegar al conocimiento.

Platón dividiría a su vez el alma en tres partes: la parte racional, solo la posee el ser humano, está dirigida por la razón, allí es donde se encuentra el conocimiento y está en la cabeza; la parte irascible, reside en el pecho y de ella nacen las pasiones y emociones humanas; y por último la parte apetitiva, de esta parte emergen los apetitos y deseos materiales y se encuentra en el bajo vientre. Estas tres partes están directamente relacionadas con lo que Platón llama la armonía y orden natural entre las clases, esto quiere decir que en su Estado Ideal se pueden encontrar tres clases en las que predomina una parte del alma en cada una: la clase en la que predomina la parte apetitiva corresponde a la clase de los productores, los productores serán los encargados de producir los bienes necesarios para la vida de la comunidad; la siguiente clase en la que denota la parte irascible es la clase de los guardianes y se encargan de la defensa de la ciudad y el servicio militar; y por último está la clase de los gobernantes-filósofos donde predomina la parte racional del alma y son los que están capacitados por tanto para gobernar y dirigir el Estado.



Estas tres clases en armonía nos conducen al Estado Ideal y a la teoría del filósofo-gobernante. La intención de Platón era crear un estado armonioso y justo pero, según el intelectualismo moral, teoría ética de Sócrates que Platón aplica a la política, sólo podrá otorgar esa armonía y justicia un gobernante que conozca el verdadero significado del bien y la justicia. Como Platón rechaza el principio fundamental de la democracia ateniense da como alternativa un gobierno de filósofos, la teoría del filósofo-gobernante, que afirma que los gobiernos deben estar en manos de aquellas personas que hayan alcanzado la Idea de Bien a la que solo puede llegarse a través de la filosofía.

Pero el camino para llegar a ser filósofo-gobernante no es fácil, solo podrán serlo aquellas personas con la mejor naturaleza o lo que es lo mismo los que por naturaleza tengan capacidades y cualidades de manera innata como la inteligencia; y también haber pasado por un duro proceso educativo donde se potenciaran estas cualidades y después del cuál deberán gobernar.

Como ya hemos nombrado para llegar a ser filósofo-gobernante tenemos que conocer la Idea de Bien. Para que nuestra alma llegue al conocimiento Platón hace la distinción entre dos mundos, el dualismo ontológico: el mundo sensible y el mundo inteligible, ya que el alma está en una realidad intermedia entre los dos mundos. El mundo sensible o mundo del devenir, es el mundo de los objetos percibidos por los sentidos. Se trata de un tipo de realidad imperfecta y en constante cambio por lo que Platón considera que tiene menos realidad que el mundo inteligible o de las Ideas. El mundo inteligible, por otro lado, se trata de un mundo de realidades estables y permanentes y es ahí donde se encuentra lo auténticamente real. Hay que dividirlo en objetos matemáticos e Ideas.

Existe una relación entre los dos mundos y es que el mundo sensible copia al mundo inteligible.



Las Ideas de Platón es la conversión de las definiciones de su maestro Sócrates y tienen las mismas características que el Ser de Parménides: inmutables, eternas, perfectas, inmateriales, indivisibles y solo accesibles a la razón. Las Ideas son las protagonistas de la teoría más famosa de Platón: la Teoría de las Ideas. Las Ideas constituyen la esencia de las cosas sensibles, cada Idea es única y modelo de los objetos físicos. Las Ideas nos permiten así obtener un conocimiento absoluto y verdadero. Pero no todas las Ideas son iguales, están organizadas jerárquicamente de modo que en la cima se encuentra la Idea de Bien. También hay que apuntar que como el alma ha preexistido es de gran ayuda para llegar a esta Idea suprema de Bien. Como dice la teoría de la reminiscencia conocer es recordar y que el alma haya existido antes en otros cuerpos nos ayuda a llegar a las Ideas porque el alma al entrar en el mundo sensible a través de un cuerpo olvida las Ideas y es “recordando” como llegamos a ellas porque lo que percibido por los sentidos es copia de estas Ideas. También apunta que hay ciertos conocimientos que los adquirimos de forma innata pero no son conocimientos claros y que solo pueden salir a relucir a través de la adecuada educación.



Después de todo este proceso el elegido para ser filósofo-gobernante llegará alcanzar la Idea de Bien y volverá para gobernar en la ciudad creando así el gobiernos justo e ideado por Platón como lo ilustra en el Mito de la caverna.

1 comentario:

Oscar Fernández dijo...

El primer párrafo, como una especie de introducción general que valga para todo, no tiene mucho sentido. Te dispersas cuando tu objetivo ha de ser concentrarte. En ese primer párrafo has de dejar claro cuál es la convergencia de los tres elementos del título, dónde está la clave. Todas las generalidades que pongas han de estar al servicio de esa comprensión, porque repetir de memoria no tiene sentido.

La información está bien, pero hay mucho rollo. Rollo quiere decir que suelta información pero no la has adaptado a la pregunta. Estás todo el rato hablando del tema, pero tratas igual lo importante que lo que no lo es, no apuntas a la clave de los tres elementos del título. Lo has mencionado, claro, pero de pasada. Tu trabajo es decir exactamente dónde está la clave, que sabes explicar aquello que se te pregunta y no otra cosa. El hecho de que hagamos referencias a otros temas es para que quede completa la pregunta, no para escaquearnos del título.

Dicho de otra forma: ¿dónde se encuentran antropología, psicología y ética en Platón? ¿En concreto dónde? Formular esto con claridad haría un primer buen párrafo y el comentario habría de ser el desarrollarlo. Luego conclusión, siempre.

Todo esto no es una bronca, sino indicaciones para hacer el ejercicio bien. La información es más o menos correcta, pero no tiene lo que hace falta para ser un buen ejercicio. Y eso es lo que queremos hacer, ¿no? Pues por ahí se va.

Venga, que lo que falta es lo que es novedoso. Algo había que aprender, ¿no?